Spider-Man: lejos de casa

Crítica de Agustín M. Bravo - Cinéfilo Serial

Una nueva película de “nuestro vecino y amigo hombre araña” aparece cargada de comedia y drama adolescente con el fin de alivianar la tensión que nos dejó su inmediata anterior. Para muchos “Avengers: Endgame” significó el fin de una era, dándonos un efecto de cierre. Sin embargo, ese sentimiento, tan solo dos meses después, será interrumpido con un film que llega para contestar, en parte, la mayor incógnita que nos dejó su predecesora: ¿y ahora qué?

Después de los sucesos de “Endgame” y de la muerte de su amigo y mentor Tony Stark, Peter decide dejar sus superpoderes durante algunas semanas para ir a un viaje de estudios con sus amigos y maestros por Europa. No obstante, ante la aparición de unas criaturas elementales que causan caos alrededor del mundo, Peter Parker se verá obligado a ponerse el traje nuevamente y unir fuerzas con un misterioso aliado para frenar esta amenaza, a la vez que intenta disfrutar de sus vacaciones ocultando su identidad secreta de quienes lo rodean.

Después de “Spider-Man: De Regreso a Casa” (2017), Jon Watts redobla la apuesta en este nuevo film, repitiendo su muy efectiva fórmula anterior, al fusionar la idea de una película adolescente llena de amores y encantos con increíbles escenas de acción, diferenciándose de las anteriores adaptaciones del arácnido. Dichas secuencias de acción, aunque basadas casi en su totalidad en el CGI (efectos por computadora) como es costumbre, se logran disfrutar sin problemas por la naturalidad con la que se interactúa con el escenario y la musicalización, atrapándote con los enfrentamientos, las persecuciones y el paisaje europeo.

Los gags de esta entrega del MCU se destacan por sobre las anteriores en cantidad y efectividad al darle períodos de protagonismo hasta a los actores menos destacados con algún que otro chiste haciendo que la gravedad de algunas situaciones quede opacada por dichos chascos. Esto se concibe como un acto intencional al darnos a entender que el largometraje trabaja constantemente con una idea de dualidad presentada en cada personaje. En el caso de nuestro protagonista, la duplicidad se muestra al no poder armonizar su vida adolescente con su trabajo de héroe teniendo que elegir entre una u otra continuamente reflejándose en pantalla como una constante lucha interna.

Esta mezcla de emociones que lo llevan de la diversión a la responsabilidad y de las bufonadas al llanto hizo que Tom Holland sobresalga impecablemente más allá de algunos chistes forzados a los que nos tiene acostumbrados Marvel Studios. A parte de él, el debut de Jake Gyllenhaal (“Primicia Mortal”, 2014) en el MCU como el intrigante “Mysterio” nos demuestra una vez más la versatilidad de este actor al encarnar personajes, haciendo de su performance una obra de arte.

Además de la dupla protagonista y de las ya conocidas caras en pantalla de Samuel L. Jackson, Jacob Batalon, Marisa Tomei, Jon Favreau y la retornada Cobie Smulders como la agente Maria Hill, cabe resaltar el desempeño de Zendaya (“El Gran Showman”, 2017) quien, a diferencia de su anterior aparición, dio un paso al frente esta vez y tuvo la oportunidad de mostrarnos una “M.J.” superior e impactante.

Todo esto se vio resaltado gracias al guion a cargo de Chris McKenna y Erik Sommers que, aunque sólido y eficaz, se muestra inverosímil en algunos casos, especialmente a la hora de informarnos los acontecimientos, haciendo que los protagonistas tengan que monologar extensamente la explicación de los sucesos para comprender la totalidad de la situación.

Para sintetizar, “Spider-Man: Lejos de Casa” es el broche de oro perfecto que cierra la denominada “Fase Tres” de la franquicia, dando paso inmediatamente a una etapa nueva con un futuro incierto, que poco se puede deducir por las dos escenas post-créditos que nos muestra pero que igualmente, deja felices a los fans y siempre con ganas de mucho más.