Space Jam: Una nueva era

Crítica de Elian Aguilar - Cultura Geek&Pop

“Movilizame el algoritmo”
En 1996, creímos que era posible que un astro del básquet viajara al mundo de los Looney Tunes y jugase con dibujos animados con el objetivo de salvar el mundo. Bebiendo de las fuentes de Who Framed Roger Rabbit (1988), Space Jam nos hizo saltar de la butaca, bailar el tema musical y conseguir la mayor cantidad de los muñecos disponibles. 25 años después llega su continuación…

¿De qué va?

¡Bienvenido al partido del siglo! El campeón de la NBA e ícono mundial LeBron James se embarca en una aventura épica junto al Tune Bugs Bunny en el evento animado / de acción en vivo “Space Jam: Una Nueva Era”. Este viaje de transformación es el resultado de una mezcla maníaca entre dos mundos que, al final, revela hasta dónde están dispuestos a llegar algunos padres para conectar con sus hijos. Cuando LeBron y su pequeño hijo Dom quedan atrapados en un espacio digital por una IA (inteligencia artificial) deshonesta, LeBron debe regresarlos a casa sanos y salvos guiado por Bugs, Lola Bunny y a toda la banda de indisciplinados Looney Tunes hacia la victoria sobre los campeones digitalizados de la IA en la cancha: una lista mejorada de estrellas profesionales del basquetbol como nunca antes lo habías visto. Son Tunes versus Goons en el desafío más importante de su vida, que redefinirá el vínculo de LeBron con su hijo y arrojará luz sobre el poder de ser uno mismo.

Muchos recordamos con cariño los 90´s, el menemismo, el 1 a 1, el inicio del videoclub y el VHS, la llegada del cable, el cambio en el paradigma del cine de entretenimiento con Jurassic Park… y la búsqueda de los muñecos de Space Jam para completar toda la colección.

Algunas décadas después (y en concordancia con el mercado actual) vuelve en forma de fichas, con LeBron James a la cabeza y la cartera de propiedades de Warner Bros. Space Jam: Una Nueva Era es una suerte de Frankestein malnacido que se configura como el anti-cine: no quiere contar nada, no tiene nada que contar tampoco; es el sueño húmedo de los directivos (no lo pongo en inclusivo porque seguramente sean todos varones) de WB que encontraron la manera de vender su plataforma de streaming con la publicidad más cara del mundo.

El branded content es una técnica de marketing que consiste en crear contenidos vinculados a una marca que permitan conectar a esa marca con el consumidor. En tiempos donde la publicidad en redes es tan específica pero a la vez el público es tan diverso, hay pocos unicornios que sean efectivos en hablarles a un espectro grande… ¿ y qué mejor que utilizar TODA la biblioteca de contenidos de AT&T y ponerla porque sí en una cinta de 2 horas para mostrar el poderío del nuevo servicio de streaming HBO Max?

Eso es Space Jam: Una Nueva Era. No se preocupa por la historia (que es inconsistente, sin sentido, y algo torpe en su desarrollo), ni por las actuaciones (Sebastián Estevanez se retiró de la actuación luego de encontrar en LeBron James un sustituto superior) ni en los efectos visuales (la transformación final del villano está al nivel de las películas de SyFy).

La película estuvo en desarrollo durante años, lo que hace más inentendible la situación. Su primera parte era incoherente también (¿o acaso olvidaríamos todo lo que sucede con Bill Murray?), pero era consciente de eso, y no temía exponerse en sus debilidades. En este caso, quienes la “escribieron” se nota que no saben ni de algoritmos, ni de videojuegos, ni de programación… simplemente tiran palabras técnicas al aire para parecer informados de conceptos que en su desarrollo demuestran desconocer completamente.

Porque es una historia sobre la conexión de un padre con su hijo, un vástago que no quiere jugar al básquet como su padre, en realidad quiere ir al campamento de E3 (hay que hacer publicidad para tener lugar en las próximas ediciones de la feria) y ante la negativa mal actuada del protagonista, termina siendo engatusado por el villano (un Don Cheadle que esperamos se haya podido comprar una isla al lado de Nicolas Cage) para competir contra su padre en las arenas digitales.

¿Si tenes a tantos personajes, por qué no buscar otro acercamiento? Mi generación vivió ese evento multi-marca llamado Cartoon All-Stars to the Rescue (1990) en donde muchos personajes (los Looney, ALF, Alvin y las Ardillas, los Muppets, Los Pitufos, Los cazafantasmas, Donald y sus sobrinos) se unían para algo de bien: discutir sobre el uso de las drogas. ¿Era acaso una buena historia? Absolutamente no, pero en su génesis buscaba un bien superior, no vender nada. Podía no contar con un gran relato, pero era poco “nociva” en sus intenciones. Space Jam: Una Nueva Era merecía otro acercamiento, aprovechar todo para contar algo nuevo, diferente, disruptivo y más cercano a una nueva generación más deconstruida. Pero bueno… no.

Algunos cruces entre propiedades funcionan muy bien (lo de Lola y Wonder Woman), algunos cameos son divertidos (y otros dan MUCHO cringe), tiene un chistazo que remite directamente a la primera película y casi es lo único que vale la pena del tercer acto… porque no olvidemos lo principal: Space Jam es una historia para chicos y chicas, que aprovecha las oportunidades creativas de la locura de los dibujos animados. Debería ser despojada, alocada, fresca, imperfecta, divertida… tiene todos los elementos para serlo, pero decidieron ir por la opción más machista de todas: mostrar abiertamente quien la tiene más larga. Y si bien es cierto que la biblioteca de contenidos de Warner es amplia, vasta y heterogénea, en lugar de utilizarla para contar algo, se termina mostrando todo sólo por mostrar, volviendo la situación más burda y expulsando el poco involucramiento que podría lograr.

Seguiremos jugando con nuestros muñecos de hace 25 años atrás, sufriendo por una oportunidad desperdiciada.