Soy tu karma

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Con una idea que en los papeles suena atractiva, "Soy tu karma", ópera prima de WHO, es una comedia de enredos que causa poco entusiasmo. Dentro del creciente cine de género, de fórmula, producido en nuestro país, la comedia es sin dudas el más desarrollado. Sin embargo, como dice la conocida máxima, es más difícil hacer reír que llorar.
La comedia de enredos requiere de un timing preciso, un ritmo aceitado, un punch de buenos remates, personajes que despierten carisma, y un humor que aún en la exageración permita cierta identificación para que podamos penetrar en lo que se nos está contando.
Todos elementos faltantes en "Soy tu karma", un producto publicitario y sin la suficiente inventiva más allá de lo fantástico (por género, no por grandeza) de su premisa. Hay religiones como la hindú que creen en las reencarnaciones. El cuerpo es solo un envase, y al fallecer, el espíritu, o nuestra existencia, se prolonga dentro de otra vida, que hasta puede no llegar a ser humana. ¿Qué pasaría si todas estas personificaciones de una misma existencia se hicieran presentes en un mismo tiempo y espacio?
El planteo no es para nada malo, ni pobre, más si se lo piensa como el puntapié para una serie de enredos. Sin embargo, "Soy tu karma", no logra transmitir lo interesante que puede ser esta idea. Darío (el español Willy Toledo) afronta un de los días más cruciales de su vida.
Su novia Melisa (Leonora Balcarce) se dirige al country en el que viven, junto a los padres de ella (Boy Olmi y Silvia Perez) para anunciar el compromiso de la pareja. Ese día, que debió ser de absoluta felicidad y tranquilidad, comienza mal desde el principio cuando Darío se despierte y junto a él, en su cama, se halle Renata (Ana María Orozco) sin siquiera conocerla.
Renata le vocifera que está para ayudarlo, pero Darío no puede entender nada. Pronto, comienza a encontrar otros personajes dentro de la casa.
Margarita, una monja algo libertina (Liz Solari), el pirómano con pocas luces Vaccaro (Ariel Nuñez), y una extraña mujer llamada Nuria (Florencia Peña) que parece guiarlo todo. ¿Quiénes son todos ellos? Nuria es una médium, que junto a Renata se encuentran en el futuro año 2083 realizando una sesión de espiritismo en la que pretenden conectarse con las vidas pasadas de la segunda para resolver un conflicto personal, el llamado karma. En efecto, Darío, Renata, Margarita, Vaccaro, y una cucaracha, son diferentes reencarnaciones de una misma alma.
Todos estos personajes le causarán todo tipo de complicaciones y enredos a Darío, que solo intenta librarse de ellos.
Paralelamente, Melisa y sus padres se dirigen rumbo a la casa; y una vecina algo ambiciosa y también con creencias en la religión hindú, Amanda (Luisa Kuliok), se desespera cuando se entera que Darío y sus suegros pueden sacarle el negocio inmobiliario de unos terrenos en el fértil country.
A estos agreguémosle dos guardias de seguridad compuestos por Gino Renni y Juan Manuel Castiglone, y otros dos personajes que se sumarán promediando el final.
La sumatoria es un conjunto de personajes que deambulan dentro de un solo escenario, el country al que se empeña en hacerle publicidad como sea, a lo gritos y en medio de situaciones inverosímiles y diálogos imposibles, más alá de la fantasía planteada.
Confundir la vociferación con el grotesco o el enredo es algo bastante común, y "Soy tu karma" lo hace permanentemente.
El argumento no hace pie, los personajes son unidimensionales y de trazo grueso, y los intérpretes, todos de probada experiencia en el área de la comunidad, no pueden lidiar con lo que tienen a mano. La ópera prima del director que se hace llamar WHO (proveniente del mundo publicitario, se nota), tiene errores de continuidad notorios, inexactitudes en cuanto a las fechas, y momentos que pretenden hacer reír y no lo logran.
Estéticamente se intenta mantener un rigor, de ahí lo publicitario del asunto, con una predominación de tonos amarillos y violetas; pero todo queda empantanado en medio de colores recargados, una escenografía que intenta ser kitsch y solo luce artificial, y planos demasiado televisivos.
También presenta problemas con el sonido y la necesidad de una marcación permanente de la música de disparate cual telecomedia. Soy tu karma por momentos penetra en esa zona gris del consumo irónico, en la que algo se ve tan fallido que causa gracias involuntaria y la termina haciendo disfrutable.
Sin embargo, en su mayoría de los 82 minutos que dura termina por ser algo anodino, sin mucha congruencia, y bastante más extenso en cuanto a paciencia que en lo que es el tiempo real.
La sensación de que con esa premisa y ese cast actoral se pudo lograr un resultado más satisfactorio, sólo empeora la experiencia.