Soy tambor

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

“Africa se manifiesta a través del tambor, es nuestro espejo.” dice uno de los entrevistados de la pelicula de Mónica Simoncini, Celilia Ruiz y Santiago Masip, de Mascaró Cine que se estrena hoy.

El tango y el candombe conviven en aquellos rincones de Buenos Aires que guardan los secretos de los migrantes uruguayos, afroamericanos, perseguidos, prohibidos, llegados a mediados de los 80.

El formato que usan los realizadores de Soy tambor, es directamente proporcional al contenido del mensaje: la entrevista que los jóvenes hacen a sus mayores, las conversaciones de mujeres o de hombres en las calles o las casas de La Boca, las marchas por el desalojo de un centro Cultural afro. Una narración desde dentro, donde lo que se comparte es una historia y lo que se expresa es el valor de los ritmos que resisten en el contexto de la transculturación. “El tambor devuelve un golpe con otro mensaje”, dice la entonces diputada Diana Maffia

En ese sentido, el recorrido por esos espacios hace benévolas áreas marginales usualmente “amenazantes” pero que aquí se iluminan con las canciones y la música de una comunidad y una tradición.

La buena pelicula Los bravos, músicos peruanos en Buenos Aires de Rocío Muñoz había logrado recortar algo similar con los peruanos en Buenos Aires. En ambas se revisa las migraciones internas latinoamericanas, y expresamente lo que se remarca es que estas comunidades no hacen un folklore para el turismo o para las Secretarias de Cultura sino donde que expresan su identidad, “son” a través de la capoeria o el candombe.