Soy mucho mejor que vos

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

El cine chileno está pasando por un muy buen momento. Hay talento y se ve un apoyo que lo está renovando. De esa manera, ver una película chilena en diversos espacios y festivales, ya no sorprende a nadie: desde el boom que fue “No” hasta “La nanna” son ya hitos de su historia y parte de la nuestra.
“Yo soy mucho mejor que vos” es una película aparentemente inocente y pequeña, graciosa y decadente al mismo tiempo, pero que nos va metiendo en una serie de posturas en las que nos hemos empapado que termina siendo un sabor más bien agridulce. Nuestro personaje principal es un hombre que se siente acabado pero se rehúsa a admitirlo, entonces hará intentos cada vez más desesperados por despegarse de su idea de fracaso marcando algo que de base justificaría que la suerte esté de su lado y es su lema y el título de la película.
Apelando a diálogos en los quela violencia y el sexo son usados como sinónimos: o por la falta, o por el exceso o para la venganza, nos encontramos con filosofías de crisis y otras cuantas de adictos errantes para hacer un muestrario de Santiago en una sola noche.
La película tiene un buen ritmo y su protagonista, Sebastián Brahm, lleva el peso entero sobre sus hombros, en éste su segundo trabajo con el director después de “Te creís la más linda”. Un personaje que tiene que resultarte un pelmazo, se convierte en un ser medianamente querible que roza la pena y mucho de ese encanto está en cómo lo defiende el actor.
La participación especial de Antonella Costa siempre es para remarcar. Es una maravillosa actriz, que puede transformar su apariencia camaleónicamente según lo que pide el papel. Mención aparte para el propio director que hace una pequeña escena también.
Este es un film en el que los personajes llevan el peso de la acción, si bien Santiago aparece como esa hermosa ciudad que es, los planos son pequeños y claustrofóbicos, entonces todos entramos en la agonía del protagonista.
Se te van a escapar muchas risas, y otras cuantos momentos de vergüenza ajena, pero algo que no te va a pasar, es pasarla mal.