Soy mucho mejor que vos

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Una comedia amarga demasiado hablada

Un problema grave tiene esta película chilena, y es la falta de subtítulos. Cuando al fin el espectador acostumbra el oído, ya se perdió algunos diálogos, empezando por el de dos mujeres poco agraciadas en un bar, acerca de sus necesidades sexuales. Hablan con tanto desparpajo que en la mesa de al lado cualquier vedetonga chismosa de programas vespertinos quedaría como una catedrática de la Real Academia. Bien, a esas dos mujeres se acerca el protagonista. Que si fuera policía sería un Torrente subdesarrollado. Pero no es torrente, es apenas una ínfima vertiente de miseria humana perdida en la noche santiaguina. Aunque se crea mejor que nadie.

Esto es una "mumblecore", vale decir, una de esas películas "indies" donde la gente habla y habla todo el tiempo, sólo que no es norteamericana, sino chilena. O una "walk movie urbano", para quien guste de esos términos. Su autor, José Manuel Sandoval, alias Che Sandoval, ya había filmado una muy exitosa tiempo atrás: "Te creís la más linda, pero erís la más puta", que a lo largo de tres meses superó los 10.000 espectadores en una sola sala. Una comedia propia de tardoadolescentes, que pegó bien en su público. Pero "Soy mucho mejor...", sin ser mejor, llega parcialmente al borde de lo profundo. Hay amargura en su comicidad malsana, y un doble sentido en el subtítulo: "Lo peor de Chile".

Eso, porque el personaje protagónico es un tal Cristóbal Fröhlich, alias Naza, ya visto en la película anterior. Un empresario de medio pelo que se va quedando calvo, fastidiado porque la mujer logró más éxito profesional y se mandó mudar, y porque los hijos tampoco lo quieren mucho que digamos, ni tienen por qué quererlo. Ridículo engrupido, pretende ser el macho sudaca y en esa pretensión lo vemos vagando por el barrio Bellavista, el subte y el borde del Mapocho. Nos causa mediana gracia, nos provoca natural desprecio, pero ciertas actitudes suyas, ciertas valoraciones que son desvalorizaciones, también nos hacen pensar. Ese es el paso que va de la noche hacia el alba, y de la comedia guaranga a la comedia amarga.

Algunas limitaciones técnicas, el habla inhabitual para nuestros oídos, ciertas reiteraciones, afectan sus alcances. Con todo, puede gustar especialmente a cierto público "indie" adicto al Bafici, y al femenino adicto al discurso de la crisis de la masculinidad y todo eso. En el equipo destacan la productora ejecutiva Soledad Santelices, la jefa de producción Macarena Baeza, la directora de arte Javiera Espinosa, las montajistas Manuela Piña y Andrea Chignoli, la asistente Elisa Eliash. Flojo el de la fotografía.