S.O.S: Familia en apuros

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Comedia con abuelos a cargo y chistes viejos

Supongamos que Flanders y señora deben salir de viaje, ellos dos solitillos, y dejan a sus bien educadillos hijos a cargo de los Simpson. Bueno, más o menos ésto es lo que habrán pensado inicialmente los libretistas de lo que ahora vemos. Más o menos, pero les salió menos divertido, bastante distinto, y más largo. Por suerte también les salió menos guaranga que el común de las comedias americanas para público familiar.

Los libretistas son Lisa Adario y Joe Syracuse, dos de las ocho personas que pergeñaron el libreto de «Los reyes de las olas». El director es Andy Fickman, el de «Entrenando a papá» y «La montaña embrujada», que esta vez no recurre al negro Dwayne Johnson sino al pálido Billy Cristal, que ya está en edad de ser abuelo, y ese es el papel que le toca. Lo acompaña Bette Midler. Entre ambos componen un matrimonio vulgarote de viejo estilo con chistes igualmente viejos.

El detalle es que la hija sale unos días con el marido y ellos deben hacerse cargo de los nietos, que son tres criaturas bastante formales dentro de lo que cabe, programadas por sus padres políticamente demasiado correctos y encima cibernéticos, todo muy siglo XXI pero con chistes también igualmente viejos.

¿Y cuáles cree el lector que pueden ser las consecuencias de este choque generacional? Si señor, los abuelos aprenden medianamente algo de la vida moderna, los chicos aprecian el eterno placer de volverse medio salvajitos, la madre tal vez entienda mejor ciertos aspectos de su tarea educativa y sus vínculos parentales, y todos comprenderán felices que no hay nada mejor que «the united family».

Cumpliendo la rutina de varias situaciones previsibles pero todavía efectivas, Crystal y Midler se ganan sus garbanzos sin mayor esfuerzo, y el chiquito Kyle Harrison Breitkopf se afirma como una promesa. El, y su canguro imaginario. Empezó a los cuatro años, va para siete, y ojalá no se quede empantanado en alguna teleserie para preadolescentes. En resumen, esta cose deja ver amablemente, y no tiene ninguna exigencia: uno puede esperar tranquilo hasta que la den por la tele.