Sonríe

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Ya ni sonreír es sinónimo de alegría para el cine de Hollywood. Los personajes de Sonríe tienen un trauma, pero un trauma de aquéllos. El espíritu maligno -o algo así, porque es bastante vago, y más vago aún fue el guionista, que no lo especificó- que se apodera de ellos va alimentándose de ellos y propagándose de uno a otro.

Es el ciclo sin fin, que los mueve a todos hacia la muerte.

La doctora Rose Cotter (Sosie Bacon, del elenco de la miniserie Mare of Easttown) es una terapeuta que no llega a conocer del todo a una nueva paciente, porque se le muere enseguida. En realidad, se suicida delante de ella, en el hospital donde atiende.

Laura, que así se llamaba la joven, se quita la vida no antes de decirle a Rose que “algo” está tratando de atraparla. Pero por más que intenta explicarle qué o quién (“parece gente, pero no es una persona”, dice), al menos llega a balbucear, temblorosa y atemorizada, que lo que fuera la sigue desde que ella vio cómo un profesor suyo se suicidaba a golpes de martillo.

Y sí, el tipo parece que sonreía.

Como lo hace Laura antes de cortarse la garganta, delante de Rose.

Perspicaces, abstenerse
No hace falta ser muy perspicaz para suponer que, llamémoslo “Eso”, no en honor al It de Stephen King, pero probemos, se pasa de una víctima a otra.

Y como todo tiene que ver con todo, y más en las películas de terror, a Rose la altera singularmente lo que presenció, porque su madre también se había suicidado. Y para que vean que el mundo es un pañuelo, el policía al que le asignan el caso por la muerte de la chica que se desangró es un ex novio de Rose.

Pero no, antes de gritar ¡Bingo!, quien es su actual pareja, Trevor (Jessie T. Usher: su apellido, que remite a un clásico cuento de Edgar Allan Poe) no le cree nada a Rose de que un ente o algo parecido y sobrenatural la está acechando.

¿Y quién le cree?

Acertaron: Joel (Kyle Gallner, de la última de Scream), su ex. Porque lo que es la familia de Rose, como su hermana y cuñado -vean el regalito que la tía Rose le lleva de cumple a su sobrinito-, no.

La película de Parker Finn, que debuta en la dirección de un largometraje con Sonríe, sigue los lineamientos de los relatos de terror de este siglo, y del anterior también. ¿No habrá alguna víctima que haya escapado del maleficio? ¿No estaría bueno ir a visitarla? ¿No estará, por casualidad, recluida en algún hospicio o algo similar?

No hay que ser tan negativo, ni preguntarse tanto arrancando con un no, cuando Sonríe depara algún que otro buen susto.

Y nada más.

Ah, claro, por supuesto, el final deja una puerta abierta para una continuación. ¿O ésta no es una película de terror?