Sonata para violonchelo

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

"Sonata.." fue presentada en la última entrega de Pantalla Pinamar y allí nos enteramos que fue financiada por crowdfunding en su país de origen, teniendo dificultades para ser distribuida por su temática. En Argentina, Pascual Condito la consiguió y ahora nos llega vía Primer Plano como uno de los primeros estrenos dramáticos del año 2017.

Lo primero que hay que decir es que no es esta, un cinta fácil. Es una historia bien contada, fuerte y con mucha energía de vida desplegada, en un metraje ajustado y preciso. "Sonata para violonchelo", película escrita y dirigida por la española Anna M. Bofarull, cuenta la historia de Julia (Montse Germán), una intérprete destacada del instrumento que tras unos años de dolores espaciados y persistentes (aunque controlables), recibe el diágnostico más duro que puede recibir: fibromialgia.

El impacto de esta enfermedad a pleno, podría poner fin a la carrera de la violoncelista, que construyó su mundo, en torno a su arte. Julia lleva una vida intensa, social y cosmopolita. Es una mujer que viaja y se expresa a través de la música y más allá de su trama familiar, ha logrado desarrollar un perfil profesional de renombre en su medio.
El conocer que sus condiciones físicas disminuirán y le impedirán tocar en un corto plazo serán un escenario devastador para una mujer cuya vida fue dedicada al arte. Sí, Julia ha tenido esposo y también una hija. Su relación con sus padres, ya adultos mayores, no es algo que haya sido exitosa como tampoco su universo familiar más primario.
Siempre (y se ve cuando conocemos su departamento), ella dirigió su energía hacia pocas cosas. Su pasión era el violonchelo y a partir de él, el mundo era explorado. Cuando esto se derrumba, no habrá manera de detener o amortiguar esta caída. Julia deberá enfrentar la suma de sus miedos con todo su ser y luchar con sus armas para aceptar (o no) su destino.
Montse Germán hace una labor excepcional y su trabajo es admirable.
Logra transmitir el conflicto y traspasarnos con su dolor. La curva que genera para usar su cuerpo como medio de expresión es potente y certera. Esto se cimenta en un sólido guión de la directora (su madre sufrió la enfermedad y ese conocimiento está puesto claramente al servicio de la historia) que cuestiona nuestra percepción de este derrotero.
No se puede permanecer indemne frente a esta historia y eso es la muestra de que "Sonata..." cumple los objetivos propuestos por su directora desde el primer al último minuto de proyección. Cruda, visceral y profundamente humana. Un buen comienzo de año para el género dramático en nuestras salas locales.