Somos Campeones

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Campeones es, como su nombre lo anuncia, una película deportiva. Al mejor uso de los films deportivos de los setenta y ochenta, como Bad News Bears o The Longest Yard y un poco más acá en el tiempo A League of Their Own. Es un subgénero tan válido como efectivo casi siempre. El entrenador que tiene que entrenar al equipo que no quiere, el equipo de perdedores o marginados que no tiene esperanzas de nada. La combinación entre ese entrenador que recibe el encuentro como un castigo y el equipo que con inocencia cree que se ha cruzado con su salvador. Lo mejor de estas películas es que sabemos cómo evolucionar ambos desde la primera escena, no hay misterio alguno y solo se trata de disfrutar del proceso. ¿Acaso hay algo más placentero que observar como lo que nosotros sabemos va a funcionar los protagonistas no lo saben? Es como el suspenso pero en clave de disfrute sin angustia.

En la escena inicial vemos que un oficial de tránsito está haciendo una multa a un auto que se ha pasado el límite del estacionamiento que había pagado. El dueño del auto, Marco, increpa al oficial que cumple son su trabajo. Lo insulta, lo maltrata y finalmente rompe la infracción. Uno ha hecho todo correctamente, el otro ha hecho todo incorrectamente. Uno de ellos tiene una discapacidad intelectual y el otro no. El director Javier Fesser es claro en la escena inicial y aunque a lo largo de la trama mostrará otros momentos de esta clase, su victoria inicial es contundente.

Marco, segundo entrenador de un importante equipo de básquet. Perdiendo los estribos empuja al primer entrenador en pleno partido en un escándalo mayúsculo que llega hasta la televisión. Su pareja está en crisis y sus nervios alterados. Borracho, sale a manejar igual. Tiene la suerte de no lastimar a nadie ni lastimarse él, pero no puede evitar rozar un patrullero, arrancándole el espejo retrovisor. Cuando el patrullero lo detiene, vuelve a chocarlo y se enoja con los policías. Se salva de la cárcel, pero es condenado a hacer tres meses de trabajo comunitario. Ese trabajo comunitario es entrenar a un equipo de básquet de barrio, Los Campeones del título. Este equipo está formado por personas con discapacidades intelectuales y la idea es entrenarlos para que compitan en un torneo.

Javier Fesser demostró desde El milagro de P. Tinto que tiene un enorme timing para la comedia. La película es una comedia deportiva, pero comedia al fin. Con elementos de las comedias mencionadas, sumándole otras como Dodgeball, Campeones brilla con muchos gags muy graciosos, doblemente efectivos porque se lanzan de lleno en un terreno complicado en los tiempos que corren. Si la tesis de la película es reivindicar a las personas discapacitadas es a través del humor que lo consigue. Los actores que interpretan a los integrantes del equipo son discapacitados y eso los autoriza y autoriza al director a poder hacer humor con ellos sin los temores de la corrección política. La comedia no es políticamente correcta o incorrecta, la comedia es graciosa o no lo es, y Campeones es una excelente comedia. Punto.

También es una película emocionante, claro, como suelen serlo estas historias de deportistas, de opuestos que finalmente hacen equipo, de fracasos que pasan a triunfos. Si no faltan las carcajadas, tampoco algunas lágrimas. La película no es perfecta porque no puede evitar, en particular con la historia de amor del protagonista, algunos momentos muy acartonados y forzados. Algunas historias laterales quedan abandonadas y otras simplemente no se resuelven bien. En este nuevo film de Fesser lo que funciona perfecto es el deporte y la comedia. Y también consigue que todos esos jugadores y sus vidas nos importen, las comprendamos y entendamos como pocas veces ha logrado hacerlo el cine. Es con el humor y no con la lástima que Campeones consigue su objetivo. La comedia vuelve a demostrar que es el género que todo puede lograrlo, no permitamos que la sensibilidad mal entendida nos quite la risa, nunca.