Somos Campeones

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Discapacitado emocional

La película enviada por España a los próximos premios Oscar, Somos campeones (Campeones, 2018), es una comedia dramática de superación personal. El atractivo del relato son las personas con capacidades especiales que el protagonista debe entrenar y convertir en un equipo de baloncesto.

Marco Montes (Javier Gutierrez) ha sido castigado por la justicia y separado del club de basquetbol de las ligas mayores donde oficiaba de segundo entrenador. Para evitar la cárcel debe hacer trabajo comunitario: entrenar a un grupo de chicos con diferentes discapacidades motrices y mentales. Pero el único personaje que realmente tiene problemas y debe hacer un cambio de actitud y apertura mental es el entrenador, por él pasa la película y el aprendizaje de la historia.

El director es Javier Fesser, responsable de las comedias de culto El milagro de P Tinto (1998) y Las aventuras de Mortadelo y Filemón (2003). Somos campeones es la película más convencional de su carrera, sin el desparpajo de las cintas mencionadas, transita lugares comunes del subgénero de superación personal y el deportivo, con enormes dosis de sentimentalismo y golpes bajos para emocionar a la audiencia.

Esto no es un problema en sí mismo, el tratamiento del tema permite reírse de y con los personajes sin mostrarse ofensiva la película. Sin embargo, es muy delgada la línea que elige para narrar: uno se deja llevar por los personajes, los quiere rápidamente y parece superar con el entrenador prejuicios al respecto. Habría que ver hasta qué punto la película toma como personas a los chicos con discapacidades especiales y no como personajes cómicos del relato.

Para esquivar el asunto Somos campeones pone con astucia el acento en el entrenador y sus problemas para relacionarse, no sólo con los chicos que entrena sino con todo su entorno. Como si la película formulara la pregunta ¿quién tiene en realidad la discapacidad? De esta manera el film no busca que nos reflejemos en los chicos -quienes quedan en segundo plano- sino en el entrenador.

Esta mezcla de componentes emotivos y sensibleros, que por momentos rozan el mal gusto, hacen que Somos campeones no sólo no ofenda a nadie sino que caiga bien a todo el mundo. Reafirma las buenas voluntades del ciudadano medio ante situaciones incómodas y deja a las personas con discapacidades especiales en el mismo lugar que están. Divierte y entretiene sin cruzar ningún límite, aunque parezca lo contrario.