Solos en la ciudad

Crítica de Juan Samaja - CineFreaks

Causas tontas, sentimientos pasajeros

El relato tiene la principal dificultad de presentar una anécdota que mejor hubiese servido a una duración de cortometraje, debido a la modesta dramaticidad con que se manifiesta ante el espectador y el modo en que luego pretende desarrollarse.

Desde el punto de vista formal el argumento presenta un defecto injustificable: la inconsistencia. La combinación de causa insignificante del conflicto y sentimientos amorosos profundos entre los personajes, producen desde el inicio un desenvolvimiento inverosímil del drama propuesto. Las causas de un conflicto amoroso en la ficción deben estar en proporción directa con los sentimientos amorosos expresados por sus protagonistas; de modo tal que si las causas son de poco peso narrativo, resulta inexplicable que los sentimientos sean entonces tan profundos. A causas tontas, sentimientos pasajeros.

Respecto del desarrollo, es de lamentar la aparición brevísima y errática de personajes secundarios que, de disponer de mayor espacio dramático, hubiesen podido enriquecer significativamente una trama ya de por sí superficial e inverosímil.

Una vez planteado el drama, el relato pretende poner en paralelo las peripecias protagonizadas por cada uno, pero dicho paralelismo resulta insatisfactorio, debido probablemente a que la correlación con la historia de Florencia se demora excesivamente, lo que resta una buena porción del ritmo dramático narrativo.

Por otra parte, el trabajo actoral ha sido bastante descuidado, no sólo por una deficiente labor actoral en los protagonistas, como en algunos personajes secundarios, sino por una –a mi juicio- equivocada tarea de trabajo con los actores para plasmar la conflictividad que plantea el argumento.

En tanto el amor no ha sido expresado cinematográficamente, sino sólo afirmado desde el discurso verbal, el relato no llega a convencernos genuinamente de esa unión profunda, mágica y especial, a la que todos los amigos de la pareja hacen referencia. Este mantenerse las relaciones en un puro nivel de la palabra, imposibilita una identificación visceral entre el espectador y los personajes, fundamental para convencer al espectador de la legitimidad del conflicto propuesto y la necesidad de la unión de los amantes. En el terreno de la ficción dramática (teatral o cinematográfica) no alcanza con decir que existe una unión especial entre dos sujetos, ni alcanza con que un personaje diga que ama a otro, esos sentimientos deben plasmarse y emanciparse del terreno de lo verbal, sin lo cual son apenas sentimientos truncos, prisioneros del lenguaje, pero nunca emociones.

Cabe, sin embargo, destacar la labor de Mario Pasik, así como la lograda secuencia de montaje final, que se ha logrado con dignidad.