Sólo una mujer

Crítica de Martín Goniondzki - Cuatro Bastardos

Solo una mujer: Lucha por la libertad.
La directora Sherry Hormann nos ofrece un potente drama familiar basado en hechos reales, donde una mujer de origen turco perdió la vida en 2005 a manos de su propio hermano menor, quien no pudo tolerar que su joven hermana decida alejarse de la ortodoxia musulmana.
Solo una Mujer (Nur eine Frau en su título original) es un film alemán que intenta reconstruir los hechos del crimen de Hatun Ayhrun Sürücü (interpretada maravillosamente por Almila Bagriacik), una joven mujer de 23 años perteneciente a una familia de inmigrantes turcos en Berlín. Su clan de origen kurdo, compuesto por sus padres y por nueve hermanos, pertenece a una corriente dogmática del Islam bastante ortodoxa y fundamentalista que no pudo tolerar que Ayhrun luche por una vida libre e independiente.
El periplo de Ayhrun comienza con un matrimonio arreglado, en el cual fue víctima de violencia de género. Por ello se vio obligada a dejar Estambul para volver a Alemania. Ante la falta de empatía de su familia comienza a cuestionarse ciertos aspectos arcaicos de su religión por lo que decide emprender su propio camino a la liberación. Sus hermanos se niegan a aceptar su nuevo estilo de vida alejado de las tradiciones y es por ello que se dedican a insultarla y amenazarla. El problema radica en que el nivel de violencia va escalando y termina desencadenando el femicidio de la muchacha.
El relato busca denunciar cualquier tipo de exacerbación dogmática impuesta por un sector radical del Islam que ya trasciende la frontera del machismo para incurrir en una serie de prácticas violentas contra las mujeres que desembocan en el repudiablemente llamado “asesinato de honor”. A Hormann no le tiembla el pulso para construir una historia bien encarada cuya piedra angular resulta ser el inspirado guion de Florian Öller. Entre ambos logran erigir una narración que toma el foco de la protagonista luego de haberse producido el crimen, y quien decide recapitular hacia atrás cómo fueron los acontecimientos que desencadenaron en el asesinato a sangre fría de Ayhrun. La película, además, yuxtapone la reconstrucción de los hechos con algunas imágenes y segmentos compuestos por material de archivo que acrecientan ese sentido de veracidad y cuasi documental al que apunta la cinta. La voz en off nos hace transitar por las sucesivas escenas con un clima de tensión y suspense latente, producto del siniestro destino de la protagonista.
Este relato no sería posible sin el compromiso de Bagriacik que brinda una actuación consagratoria en el rol principal, y sin otros aspectos determinantes de la obra, como lo son la lograda dirección de fotografía de Judith Kaufmann y el tremendo trabajo de montaje que ayuda a fundar los cimientos sobre los que reposa el aire verídico de la película. Además, el montaje se vale de ciertos recursos estéticos bastante atractivos y funcionales como lo son las fotografías “animadas” para acrecentar el efecto de crónica policial.
Por otra parte, cabe destacar que la película no busca demonizar a los musulmanes, ya que se destaca el apoyo de Aram (Armin Wahedi Yeganeh), el único hermano al que Ayhrun pudo recurrir y que constantemente le recomendaba huir de la familia, y después también está el personaje de Evin (Lara Aylin Winkler), la novia de Nuri (el homicida), que se vio seducida por aquella corriente ortodoxa hasta que se dio cuenta de lo aborrecible que había hecho su pareja y atestiguó en su contra en el posterior juicio. La denuncia es contra aquellas corrientes radicales que buscan la subordinación y la humillación de la mujer. Un film que se estrena en el momento justo con toda la corriente del #MeToo en pleno movimiento.
Sherry Hormann busca una denuncia social para evitar que todas las mujeres sigan siendo sometidas, algo sumamente noble pero también lo hace a través de un relato inteligente sin entrar en sensacionalismos. Algunos podrán dudar de la voz que se le dio al personaje principal y su correspondencia con la realidad, pero lo cierto es que la cinta es intensamente necesaria, más si tenemos en cuenta cuáles fueron los fallos del juicio real. Solo una Mujer es cine para reflexionar, con grandes actuaciones y con un apartado técnico más que correcto.