Sólo un hombre

Crítica de Carlos Herrera - El rincón del cinéfilo

Tom Ford es conocido mundialmente por ser el diseñador de modas que relanzó a la firma Gucci reposicionándola como la más importante a nivel internacional, y también logró rescatar del olvido a la empresa fundada por Yves Saint Laurent. A partir de 2005 fundó su compañía cinematográfica Fade to Black y se convirtió en cineasta.

Llega a las pantallas argentinas una de sus producciones basada en el libro “Sólo un hombre”, de Christopher Isherwood, sobre el que Ford escribió el guión para cine. La novela se publicó en la primera mitad de la década de los sesenta y está ambientada en esos años.

La historia parte del momento en que George, un profesor universitario gay de 52 años se entera que Jim, su pareja, ha muerto. El dolor ante esa pérdida y tener que enfrentarse a una no deseada soledad le hará dudar sobre el sentido de su existencia de allí en adelante. Encontrará un cierto consuelo en Charley, una hermosa mujer con la que alguna vez ha explorado su bisexualidad, también recorrerá las calles donde trabará relación con un taxi boy español que le dará conceptos del tiempo presente que lo sorprenderán y, de pronto, tomará en cuenta los avances de un alumno, un joven que tempranamente, para esa época tiene ya definida su opción sexual.

Subliminalmente, y Ford lo dijo ambiguamente en reportajes, esta obra cinematográfica lanza el mensaje de que el amor entre personas gay se vive exactamente igual que entre personas heterosexuales, por lo tanto el fondo de la trama es aplicable a todos los que sufren una pérdida tan terrible y encuentran por delante una vida de oscura soledad que los asusta en una magnitud difícil de soportar.

Para superar esta situación recurrirán a las personas que les dieron momentos de felicidad, buscarán “algo” en personas desconocidas y prestarán más atención a los seres que se acercan en actitud de “entregar” algo que consideran valioso.

Esta obra cinematográfica tiene un excelente trabajo de arte que no deja dudas al espectador de la época que viven los personajes. Los muebles y las ropas tienen un predominio del marrón, color “elegante” en esos años en que todavía el movimiento multicolor de los hippies no era importante, y no había invadido a la aún no organizada totalmente comunidad gay estadounidense. La luz amarillenta, incandescente, crea un clima especial en los momentos de reflexión que son el preámbulo a los numerosos flashbacks en blanco y negro (recuerdos descoloridos por el dolor).

Las actuaciones han sido bien estudiadas; en esa época no había desbordes, todo se sabía pero no se lo comentaba demasiado y los personajes se mueven con soltura pero sin manifestaciones directas de su condición sexual. Colin Fith, de físico grande con cara de intelectual, compone a George, el protagonista, con la mesura que debía tener quien vivía sumergido en el mundo de los jóvenes de la segunda mitad del siglo XX. Mientras que a Jim, su pareja, el actor Matthew Goode le imprimió el grado de sensualidad como para que no pase inadvertido por el espectador. Julianne Moore pone énfasis para que su personaje de Charley resulte en su totalidad el soporte del protagonista, y lo logra. El guionista agudamente escribió al taxiboy Carlos como un inmigrante español, poniendo en evidencia que en esa época los latinos provenían de Europa, el actor Jon Kartajarena para este personaje juega la transformación desde el primario impacto sexual al usar su imagen para transformarlo paulatinamente en un ser con contenido espiritual que puede ayudar a alguien desesperado. Y se destaca en este elenco el jovencísimo actor Nicholas Hoult en el rol de Kenny el alumno que ha decidido vivir sin culpas su sexualidad. Hoult, a quien vimos recientemente en “Furia de titanes” (2010), ni siquiera roza el estereotipo y proyecta a un muchacho seguro de sí mismo, cauto, bondadoso e inteligente de manera totalmente convincente.

Esta obra cinematográfica está realizada de manera tal que moviliza la memoria del espectador en cuanto a los momentos de crisis existenciales que pueda haber tenido y por ese motivo lo mantiene atento durante toda la proyección.