Solo se vive una vez

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Una película que no convence ni a los amantes de la acción ni a los que le gustan la comedia pura.

Siempre se ha pedido que las productoras y directores del país se animen un poco más a entrarle a los géneros menos utilizados por estas latitudes pero que a la vez son súper disfrutadas cuando vienen del exterior. Películas de acción, superhéroes, terror y ciencia ficción, son el ejemplo del tipo de películas que no abundan por aquí, a pesar de tener algunos exponentes que han demostrado que sí se puede. En los últimos años el cine argentino ha empezado a “abrir el juego” con producciones como Kryptonita (2015) y La Resurrección (2016), películas que han sido veneradas por unos y destruidas por otros, pero eso habla un poco de cómo se vive todo por estos lares. Quizás, el cinéfilo argentino promedio espera siempre un poco más de lo que el mercado local puede ofrecer.

Este año le tocó a Federico Cueva debutar detrás de las cámaras con Solo Se Vive Una Vez, un ex doble de riesgo que ha dedicado largos años de su carrera a la hora de programar escenas de acción. Este será su primer trabajo como director en una película de acción mezclada con comedia que a nivel de nombres tiene un elenco bárbaro, con estrellas internacionales de primer nivel, pero que da la sensación que no termina de arrancar en ningún momento y entre los personajes nada cuaja del todo.

Con Peter Lanzani (Casi Ángeles, 2007-2010) en la piel de Leonardo Andrade, en el papel principal, esta nueva coproducción argentina-española presenta a un joven estafador que trabaja junto con su pareja. Sus trabajos consisten en chantajear a gente con billetera abultada gracias a fotos y videos donde la compañera de Leo (Eugenia Suárez) los seduce y deja que se propasen con ella. Todo se encaminaba a otro trabajo exitoso por parte de estos vándalos hasta que unos mafiosos con armamento digno del mejor GTA y un temperamento bastante irascible, aparecen antes de que la joven termine con su trabajo. Los mafiosos, liderados por López (Santiago Segura) exigen al acompañante de la “China” que les entregase un contrato firmado por su puño y letra donde constatara que su empresa, una compañía que se encontraba desarrollando conservantes para comida sin uso de frío pero con un efecto secundario nada bueno, se uniría a la del jefe de López. Al negarse, el jefe del español decide aparecer y no es otro que el maloso Duges (Gerard Depardieu), un francés adicto al mate y a la violencia a quien este cambio de planes no le gustó nada. La situación se vuelve muy turbia y todo termina con un asesinato. Acto que queda grabado en la pantalla del celular de Leo, quien se encontraba detrás de un espejo sin fondo en esa misma habitación. Leo deberá cambiar su personalidad para huir de estos mafiosos y lo llevará por situaciones que nunca hubiera esperado.

Desarrollado el argumento principal del film, se puede decir que la película tiene fallas por todos lados y nunca termina de cerrar un círculo narrativo que podría haber sido mejor que el que se deseó abrir. Si bien las escenas de acción están bien logradas y asombra desde su aspecto técnico, ya que en Argentina no abundan, son muy pocos los pasajes donde la película demuestra que es de acción. Claro está que aquí no se cuenta con presupuestos de los blockbusters hollywoodenses pero en ese caso no debiese considerarse una película de acción. Por otro lado, en todas las persecuciones, secuencias de disparos, peleas y enfrentamientos, todo parece muy surrealista. Los mafiosos que persiguen al protagonista parecen sacados de una academia de Stormtroopers, ningún disparo da en el blanco y a la hora de responder el fuego todos los disparos son precisos. Escenas de persecuciones en automóviles en el cine abundan y sino, pregúntenle a Michael Bay (Transformers) pero algo que siempre pasa en ellas son los choques, gracias al gran caudal de automóviles que circulan por las calles o autopistas. Aquí, solo van dos autos. El que escapa y el que persigue. Solo ellos dos en calles que se sabe que no son nada tranquilas.

En cuanto a los personajes, los que se llevan las mejores actuaciones son los secundarios, dejando al protagonista de lado. Mal. Un personaje secundario puede gustar o no, pero siempre acompañando a los principales, en esta caso parecería ser al contrario. El personaje principal deambula por toda la hora y media que la película dura haciendo lo que los demás le dicen y nunca tiene un plan claro, quizás solo al final. Aún así, Lanzani no hace un mal trabajo personal, se lo nota entusiasta y con ganas pero con solo eso no se puede. Grandes estrellas del cine mundial como lo son Santiago Segura y Gerard Depardieu y del ámbito local como Luis Brandoni, son de lo mejor que tiene la historia y sus momentos no abundan en pantalla. Tampoco se aprovechó de la mejor manera todo lo que un personaje como el de Eugenia Suarez podría haber dado, hubiese estado bien un desarrollo más profundo del personaje. En cambio, sí se trabajó bien en los papeles de Pablo Rago y Darío Lopilato ya que son los que le dan ese toque humorístico característico de los dos, sin exagerar podría decirse que son ellos quienes le dan el toque de “comedia” a esta historia.

Redondeando, Solo Se Vive Una Vez es una película que no convence ni a los amantes de la acción ni a los que le gustan la comedia pura. Las partes cómicas se basan en comentarios sin sentido, insultos en demasía y situaciones que si se quisiera se podrían tomar a mal, dejando muy mal parada a toda la producción. Eso deja mucho que desear de este nuevo proyecto, que a pesar de querer ser innovador y renovador para el cine local, no da la talla. Ojalá los cineastas, actores y productores se sigan animando a querer innovar en los diferente géneros cinematográficos aquí en el cine argentino, no hay que bajar los brazos, pero tampoco tomar al público de conformistas.