Solo se vive una vez

Crítica de Rosana López - Fancinema

ARGENTINA FOR EXPORT

Frente a todo mal pronóstico y prejuicio, Sólo se vive una vez es una comedia correcta, con una entretenida historia de acción al estilo de producción hollywoodense y con algunos buenos gags guardados bajo la manga.

Con Peter Lanzani a la cabeza, Darío Lopilato, Pablo Rago y Luis Brandoni -entre otros-, más los villanos españoles de Santiago Segura y Hugo Silva, y la figura estelar del francés Gérard Depardieu que “curiosamente” tiene varias escenas, se despliega la historia de Leo, un estafador de medio pelo que junto a su amiga prostituta asaltan a los clientes ocasionales de ella. Pero el último cliente, un empresario de la carne, es apretado por unos mafiosos del gremio que buscan activar una fórmula cancerígena sobre la materia prima. En medio de tiroteos y algunas muertes, el personaje de Lanzani se ve envuelto por error en esta trifulca. Con el documento en mano sólo pensará en escapar.

Sólo se vive una vez es una de fugitivos con estilo extranjero que juega al gato y al ratón y, sin embargo, con la utilización de drones nos ubica en un contexto porteño de barrios emblemáticos y paisajes característicos de la ciudad. Cueva, su director, ofrece persecuciones, explosiones con uso destacado de CGI, humor, acción y recursos propios del cine de acción yanqui pero que pueden hacerse con el mismo o mejor nivel en suelo argentino. Incluso existe un guiño al mítico Testigo en peligro, donde el protagonista termina resguardándose en una comunidad religiosa -judía en esta ocasión-.

La historia es simpática y la comedia no es forzada. Entretiene con una alta producción sin descuidar la picardía argentina. Saca sonrisas y algún chiste inesperado, como alguna situación entre Leo y el personaje de Silva -aquí con un look muy Sacha Baron Cohen-, además de contar con un Santiago Segura más sólido que en la reciente y pobre Casi leyendas. Y Depardieu, correcto pero limitado en su rol franchute mafioso, nacionalizado con un mate y termo a mano en sus apariciones (NdR: hubiese preferido una pequeña mascota que lo acompañe, aunque eso sea caer en un lugar común que particularmente esta película podría habérselo permitido).

Por el lado de los actores nacionales, Brandoni impecable pero siempre haciendo de Brandoni: aquí un rabino con pocas pulgas, aunque canchero a la hora de impartir su fe. Un insípido Pablo Rago como cura católico hermano de Lanzani, mientras Lopilato representa a un joven buchón de la colectividad, aceptable en su rol aunque le cuesta sacarse esos dotes “francellescos”, estigma de su paso por la serie Casados con hijos. En el caso de la “China” Suárez, pasa como un suspiro innecesario pero con innegable atractivo visual. Y finalmente el creciente Lanzani, que después de un drama como El clan apuesta a reírse de sí mismo y jugar en una de acción entendiendo el sentido del film.

Sólo se vive una vez nada tiene que envidiar a superproducciones internacionales, ya que cuenta con destacada factura técnica y abre un espectro en un nuevo cine nacional de acción, que contuvo ejemplos bizarros como Comodines o La furia (ambas de 1997). Pero esta vez en clave de humor, autoparodiando y homenajeando al género con mayor prolijidad. Y esto se debe a que su director Federico Cueva (también dibujante para DC Cómics) es un experto en escenas de acción y de manejo de doble de riesgos en taquilleros films norteamericanos como Assassin’s creed. Cueva conoce el medio y ya logró “vender” Sólo se vive dos veces al otro lado del Atlántico: eso, para el cine argentino de género es gratificante.