Sólo para payasos

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Extraños personajes los payasos, con diferentes caras según quien los vea, y con estilos de rutina diferentes entre sí. A algunos (la mayoría) los divierte, les causa gracia; a otros les produce miedo, pavor; otros se explayan sobre la decadencia de lo absurdo y de lo burdo; los hay clásicos, más estilizados, con una gracia a puro chiste slapstick, o con rutinas de crítica social.
Una masa gigante que queda englobada en una sola palabra, payaso; y esa es la impresión que da esta ¿docu-ficción? de Lucas Martelli, un muestrario de estilos diversos que confluyen en el mismo punto de la payasada.
La excusa inicial es la de una reunión de payasos de todo el mundo para crear “el mejor espectáculo de payasos de la historia”, todos concurren al mismo lugar, se juntan, y realizan una suerte de competencia o de actuación conjunta, reunión de anécdotas, como sea.
En un principio esto parece recordarnos al film de Guy Maddin La canción más triste del mundo, con toda esa carga absurda y delirante. Los distintos payasos son retratados de un modo – adrede – decadente, llegando al lugar de encuentro desde puntos diferentes, mostrando su existencia, y conviviendo (basta como botón de muestra ver los numerosos trailers que circulan por la red), como una suerte de fábula reversionada. Pero pronto el documental copa la escena, y serán los mismos payasos quienes a través de entrevistas cuenten su vida y las anécdotas más significativas de la profesión.
El título Sólo para payasos tampoco es aleatorio, Martelli (que también es acróbata) busca rendir un homenaje a estos seres a los que, se nota, admira, y que muchas veces no son reconocidos como los grandes artistas que son; y su visión cobrará otro matiz para quienes sigan la profesión, los que podrán contar las anécdotas como propias logrando la identificación. Para quienes miramos desde el afuera, es un trabajo de descubrimiento, de conocer un poco de un mundo que desconocemos, y por qué no, sacarnos algunos prejuicios.
La también profesión circense de Martelli se nota a la hora de la dirección, no estamos frente a un film solemne, es un festejo, y se nota desde el ritmo, la seguidilla de escenas, y algunas escenas de un extraño preciosismo. No conviene adelantar nada de las anécdotas ni de los intervinientes, cada aparición causa una sorpresa distinta, como en una caja misteriosa, y el descubrimiento es grato.
Hace dos semanas llegó a nuestras carteleras Cirquera que retrataba la historia de vida de dos artistas de circo contrastando el estilo actual con el tradicional. Si bien por temáticas se complementan, uno y otro trabajo son bien diferentes. Acá predominan la gracia, el desparpajo, y la autoconciencia de la parodia, del absurdo, que conlleva el arte payaso.
Como si los mismos payasos se hicieran cargo del film y lo manejasen a su antojo. Mezcla de documental con escenas ficcionalizadas, pero en uno y otro ámbito predomina el espíritu jovial de la diversión.
Martelli comprende a las personas de quienes habla y los expone tal cual son frente a la pantalla; y exige del espectador exactamente lo mismo, comprensión y una total descarga, al fin y al cabo estamos frente a un show de gracia y la expectativa principal es que el público se divierta.