Sólo para dos

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Matrimonios y algo más

Si se pasan por alto las obvias copias a films como Solo para parejas (Couples Retreat, 2009) y La mujer de mis pesadillas (The heartbreak kid, 2007), Sólo para dos (2013) resulta igualmente una comedia de enredos fallida: con un guión pobre y anticuado y con interpretaciones que dejan mucho que desear.

Valentina (Martina Gusmán) y Gonzalo (Santi Millán) son dueños del hotel Solo para dos, ubicado en la Isla Margarita, un lugar de descanso exclusivo para parejas. Luego de diez años, su matrimonio empieza a trastabillar y Valentina quiere dejar a su esposo a pesar de los ruegos de este. En ese preciso momento llega al hotel un nuevo pasajero: Mitch (Nicolás Cabré), a quien su mujer acaba de dejar antes de comenzar la luna de miel por haber cometido una(s) infidelidad. Se suman algunos personajes secundarios que se acoplan a los ya mencionados para completar este juego de encuentros y desencuentros amorosos.

Aunque al comienzo se nombraron dos films estadounidenses que se vinculan de algún modo a Sólo para dos, lo cierto es que este film sigue estando muy pero muy alejado de aquellos. Si bien comparten similitudes argumentales y género, al film nacional le faltan muchos elementos para convertirse en una comedia. En principio, los personajes fallan a la hora de encarar un género en el cual cada actor debe aportar una importante dosis de histrionismo. Aunque no todos tienen por qué estar en un mismo registro, al menos deberían poder apoyar la escena aportando los sentidos cómicos generales que necesita un film como este.

Martina Gusmán parece trasladada de uno de los films de Pablo Trapero en su tono serio y dramático, lo único que la diferencia es su color de pelo y su vestimenta tropical. No vale la pena mencionar uno por uno los personajes pero sí tal vez el que más expectativa puede crear: el de Nicolás Cabré. Nuevamente acomodado en su ya repetitivo personaje de mujeriego, ofrece al público sus ya clásicos modos de hablar y una gestualidad que ya no sorprende ni hace reír. Se suma a esto una dirección claramente errada y un guión plagado de clichés y absurdos: el combo termina siendo explosivo.

Dejando de lado las molestas moralinas que dejan detrás este tipo de películas, lo cierto es que ni siquiera se intenta atrapar al espectador para que entre en el juego de enredos y vaivenes sentimentales: porque le falta humor, le falta ritmo, las escenas son largas y aburridas, y el timing de casi todos los actores es desacertado para una comedia de este tipo. En este rejunte de fallas se pierde absolutamente todo el film.