El azar contra todos La aclamada novela homónima del escritor francés e ingeniero agrónomo Colin Niel, Solo las Bestias (Seules les Bêtes), publicada en 2017 y reeditada en francés en 2019 debido al éxito de la adaptación cinematográfica, le sirve como punto de partida al realizador Dominik Moll para construir un film con una estructura multidimensional deudora de Rashomon (1950), la extraordinaria historia del escritor japonés Ryûnosuke Akutagawa llevada al cine por Akira Kurosawa, que analiza la vida en el campo, el amor en tiempos de Internet, las estafas cibernéticas y la asfixiante necesidad de cariño del ser humano. ¿Qué conecta a un joven en la capital económica de Costa de Marfil y una pareja de empresarios agropecuarios en la campiña francesa? En medio de una cruda tormenta de nieve una mujer oriunda de París (Valeria Bruni-Tedeschi) desaparece en el camino hacia su casa de invierno en un pueblo rural de montaña. Alice (Laure Calamy), una agente de seguros local, nota a su amante, Joseph (Damien Bonnard), un retraído hombre de campo, distraído cuando lo va a visitar a su granja para asesorarlo y tener sexo. El esposo de Alice, Michel (Denis Ménochet), también desaparece unos días después tras aparecer golpeado y comportarse extrañamente. Alice piensa que su marido tuvo un altercado con Joseph, pero no sospecha la conexión que se abre entre todos los personajes de esta caleidoscópica película que incluye a una bella camarera francesa, Marion (Nadia Tereszkiewicz), y a un joven estafador de Costa de Marfil, Armand (Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin), que intenta ganar dinero aprovechándose de incautos cibernautas para recuperar a su ex novia. Estos seis personajes serán los protagonistas de una trama de misterio y crimen que parte del deseo de ser amado para adentrarse en las oscuras aguas de la shockeante desilusión que la vida le depara a los románticos soñadores. Cada uno de estos personajes vive en una desesperante soledad con la que lidia a su intrincada e íntima manera. Moll teje deliciosamente una tela de araña con flashbacks que revelan la equivocación que pesa sobre las incautas víctimas del destino en materia de lo que acontece a su alrededor. De esta forma el espectador descubre en este rompecabezas cómo su visión de la trama cambia y cómo el mundo de las apariencias corre la cortina de lo oculto para ofrecer nuevas perspectivas desde las cuales apreciar los acontecimientos. Solo las Bestias (Seules les Bêtes, 2019) es un relato de consecuencias inesperadas que se va revelando hacia la segunda mitad del film, una vez que la trama termina su giro de trescientos sesenta grados para regresar nuevamente a la escena descolocada del comienzo que prefigura la conexión entre el pujante Primer Mundo y el pauperizado Tercer Mundo. Siguiendo la historia de Colin Niel, Moll logra construir un relato de misterio, crimen y desencuentros a partir de las consecuencias del colonialismo y el imperialismo francés en África con una estructura narrativa y una estética que toma lo mejor de Fargo (1996) de Joel y Ethan Coen, Cache (2005), de Michael Haneke, y Short Cuts (2003), de Robert Altman, además de reminiscencias de Psicosis (Psyco, 1960), de Alfred Hitchcock. Moll recupera algo de todas estas películas, incluso de Perdida (Gone Girl, 2014), de David Fincher, pero el resultado es un film que tiene el carácter de su realizador, una impronta muy francesa y una inusual apreciación de los detalles. Las actuaciones de todo el elenco son brillantes y realmente deslumbran en su interpretación de personajes atrapados en los designios del azar, incapaces de imaginar las consecuencias de sus acciones, de un complejo entramado construido con minuciosidad. El guión de Dominik Moll junto a Gilles Marchand, un asiduo colaborador del director de Lemming (2005) y también conocido por su participación en Recursos Humanos (Ressources Humaines, 1999), el impactante film de Laurent Cantet, realmente es atrapante y certero, al igual que la fotografía de Patrick Ghiringhelli y la pertinente música de Benedikt Schiefer. Con Solo las Bestias, Moll consigue establecer una contraposición entre la nueva Europa y África, la relación actual entre la metrópoli y la ex colonia, más el legado del imperialismo y la deuda del Primer Mundo con los países eternamente en vías de desarrollo, demostrando todo el potencial que ya había desarrollado en Harry, un amigo que te quiere bien (Harry, un ami qui vous veut du bien, 2000), pero acercándose más a la intrincada trama de Lemming, el film protagonizado por Charlotte Gainsbourg, Laurent Lucas y Charlotte Rampling, y alejándose bastante del espíritu de comedia dramática de la más reciente y desquiciada Noticias del Planeta Marte (Des Nouvelles de la Planète Mars, 2016).
La desaparición de una mujer, en las colinas cubiertas por la nieve en una comunidad agrícola en el sur de Francia, será el inicio de este misterioso relato. Mediante un desarrollo no lineal, que proporciona saltos en tiempo y espacio, se irán liberando pequeñas dosis de información, suministrada por la división de cinco capítulos, que expondrán la perspectiva de cada individuo involucrado en el eje central de la historia.
En las coincidencias, lamentables, que comparten los personajes, se reflexiona sobre la vida actual, en donde una trabajadora social puede convivir con un sospechoso de asesinato o un hombre que se desvive por un cuerpo joven en la virtualidad, pero Dominik Moll pierde una gran oportunidad, a pesar de contar con un gran elenco, de crear una propuesta diferente, en donde el flashback y las coincidencias agotan la narración.
Es un policial negro, dentro de esa gran tradición del cine francés, dirigido por Dominik Moll, coguionista con Gilles Marchand, sobre la novela de Colin Niel. Son varias historias alrededor de una mujer desaparecida en una zona rural francesa azotada por la nieve. De esa mujer quedó su auto abandonado en el medio de una ruta, y un policía de la zona trata de descubrir lo que ocurrió. Los personajes que tienen su capítulo individual en el film son cinco y tienen en común la soledad, el desamor, el aferrarse al más mínimo destello de una felicidad posible más en su imaginación que en la realidad. Todos ellos solo saben una parte de lo ocurrido y el resto se la construyen con datos aislados, muchos estarán tan desconcertados como el espectador. La asistente social que tiene una relación con uno de sus “pacientes”, aunque él parece estar en otro plano del dolor y la ausencia y lo suyo roza lo macabro, el granjero ocupado en atender los animales de su suegro que se ilusiona con un chateo amoroso, la camarera que se deslumbra con una mujer poderosa en un amor loco que solo ella alimenta, el estafador en Costa de Marfil que fantasea con justificarse como un resarcimiento a la ocupación colonial. Dispersos y unidos por el misterio, por un destino cruel, una azar oscuro, un deseo que solo se alimentará de las brasas de la locura y el engaño. Giros y mas giros para redondear una historia donde no solo el interés está en la verdad sino en el camino de cada personaje, encarnados por un excelente elenco que encabeza Valeria Bruni Tedeschi. Las puertas que se abren al horror, el abandono, al ansia de una pizca de esperanza en la batalla de los corazones rotos.
Un enigma que daba para más. Solo las bestias es un thriller francés del 2019, que tiene un estreno tardío en los cines de nuestro país, escrito y dirigido por Dominik Moll. Y cuenta con un elenco formado por Denis Ménochet, Damien Bonnard, Nadia Tereszkiewicz, Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin y Valeria Bruni Tedeschi, entre otros. Basada en la novela homónima de Colin Niel, la historia tiene una estructura coral en la que cinco sospechosos se ven envueltos en la desaparición de Evelyn Ducat (Tedeschi) en el pueblo montañoso donde vivía. Contando la historia de cada uno, para que el espectador vaya uniendo los diferentes hechos a la manera de un rompecabezas para entender lo que ocurrió. En primer lugar, es necesario destacar la influencia de las primeras películas del dos veces ganador del Oscar Alejandro González Iñarritu, especialmente Babel. Por la forma de conectar, en algunos casos de manera forzada, situaciones en apariencia arbitrarias, resolviendo misterios y extrañamientos generados por saltos en el tiempo, dependiendo del punto de vista del personaje que protagoniza cada secuencia. Así como también puede verse la influencia del cine de los hermanos Coen, en el uso del humor negro para reflejar el cinismo de sus personajes, con los que cuesta empatizar. Ya que si bien los une el común denominador de la búsqueda de ser amados, su director justifica su comportamiento miserable dando a entender que es porque son manipulados por unos dioses paganos a los que le rinde culto Armand (N’Drin). Que funciona a su vez como un Deus ex machina para que todo encaje dentro del guión. En conclusión, Solo las bestias es un thriller coral, estructurado en forma de puzzle, que mantiene activo al espectador mientras une las partes y resuelve el misterio. Aunque la falta de empatía con los personajes y la conexión forzada de algunas situaciones hacen que se desaproveche un material con destino de obra maestra.
Una mujer desaparece y su coche es encontrado en una ruta nevada de la meseta de Causse (Francia). La investigación policial comienza y hay cinco personas ligadas a su desaparición, que irán van revelando el secreto que ocultan. Basada en la novela homónima del escritor francés Colin Neil, el director franco-alemán Dominik Moll (La nuit du 12; Eden; Noticias de la familia Mars; El monje) adapta la historia de este thriller coral con el que inauguró la 16ª edición del Festival Internacional de cine de Venecia. Al igual que en el libro, la película se divide en cinco capítulos que corresponden al nombre de cada uno de los protagonistas: la primera es Alice (Laure Calamy), una trabajadora social sorprendida tras la noticia televisiva de la desaparición de Eyelyne (Valeria Bruni Tedeschi), una parisina que pasaba unos días en su casa de fin de semana. Alice vio su auto en la ruta mientras visitaba al siguiente protagonista, Joseph (Damien Bonnard), un lugareño solitario con rasgos de sociópata que se dedica al trabajo rural. A ellos se le suma Michael (Denis Ménochet), esposo de Alice, dedicada a la ganadería; la joven y bella Marion (Nadia Tereszkiewicz), que se desempeña como moza en un elegante restaurante y, finalmente, Armand (Guy Roger “Bibisse” N’drin), un joven desempleado de la Costa Marfil, que se dedica a hacer chantajes sentimentales por internet para ganarse la vida. Narrada desde los distintos puntos de vista de sus protagonistas, a medida que se suscitan las historias, el relato revelará las singularidades que los caracterizan como los detalles que comparten en torno a la figura de Eyelyne, generando un entramado cargado de silencios, tensiones y matices. La elección formal del entrecruzamiento de historias transita diversos géneros y climas alrededor del hecho principal que irrumpió en sus vidas. En su sexto largometraje, Dominik Moll se destaca por ser un gran observador de la sociedad actual, desde la cual construye el perfil de sus personajes más allá de los enigmas y la pulsión que los moviliza. En ellos refleja la insatisfacción personal con la que lidian a diario, las diferencias socio económicas, los placeres reprimidos y los deseos que sostienen con abnegación y dolor. Con un destacado elenco y una sólida puesta en escena, Sólo las bestias, premiada y nominada en diversos festivales internacionales, va más allá del policial de suspenso con el que se inicia, al explorar las zonas más oscuras y frágiles de seres que buscan en el amor o en sus relaciones, de cualquier tipo, un espacio de contención, libertad y sosiego que los aleje de su realidad. SÓLO LAS BESTIAS Seules les bêtesaka, Francia, 2019. Dirección: Dominik Moll. Intérpretes: Denis Menochet, Valeria Bruni Tedeschi, Laure Calamy y Nadia Tereszkiewicz. Guionista: Dominik Moll, Gilles Marchand. Música: François Maurel, Noemi Hampel, Matthias Schwab. Fotografía: Patrick Ghiringhelli. Montaje: Laurent Rouan. Duración: 117 minutos.
El director y guionista alemán Dominik Moll “Harry Un Amigo que te Quiere Bien” (2000) a partir de la novela homónima de Colin Niel, construye un relato en que el tema que subyace es la soledad, a partir de ese enigma. Las debilidades humanas son los verdaderos culpables el (Seules les bêtes), al extender el misterio de la desaparición hasta Costa de Marfil y dividirlo en una narrativa al estilo de Rashomon, la película establece el
El deseo y el azar puestos en acción Bajo la lógica del policial, la película ordena las líneas del relato alrededor de la desaparición de una mujer en un pueblo rural de Francia. Amor y destino: esas parecen ser a priori y a la distancia las dos fuerzas de gravedad en torno a las cuales giran los personajes de Solo las bestias, anteúltima película del cineasta alemán (pero que desarrolló toda su carrera en Francia) Dominik Moll, estrenada en 2019 en el Festival de Venecia (la última es La nuit du 12, presentada este año en Cannes). Pero eso solo es posible si se los mira a través del cristal de una concepción de la realidad algo romántica y anticuada. Porque si se presta más atención, tal vez esas dos fuerzas que los empujan a cruzarse no sean otra cosa que el deseo y el azar puestos en acción. Pura dinámica del caos. Dividida en capítulos que llevan los nombres de los personajes, Solo las bestias juega a contar la misma historia desde diferentes puntos de vista, revelando en cada nueva pasada detalles que permiten ir cada vez más atrás, hasta completar un rompecabezas complejo. Bajo la lógica del policial, la película ordena las líneas del relato alrededor de la desaparición de una mujer en un pueblo rural de Francia. El primer capítulo asume el punto de vista de Alice, la esposa de un granjero que tiene un romance con Joseph, otro granjero solitario y un poco bruto. Ella ve el auto abandonado de la desaparecida en medio de un camino nevado. De Joseph se ocupa el segundo capítulo. Él encuentra el cadáver de la desaparecida tirado en su propiedad. El tercer episodio está dedicado a Marion, una joven camarera que tiene un romance fugaz con la mujer desaparecida. Y así se suman los episodios, que van dando forma a esta historia de estructura coral. En busca de generar la pasión necesaria para encender el drama, Moll se dedica a cortarles los caminos a todos los personajes. Como si se tratara de un experimento con ratas en un laberinto, cada uno de ellos irá encontrando que todos los destinos a los que aspiran están bloqueados, debiendo avanzar por la única vía que el guión les deja abierta. Que no los llevará ni cerca del lugar al que querrían ir. Ese determinismo con mucho de cruel, sumado al citado esquema coral, trae a la memoria el cine de Alejandro González Iñárritu, que con títulos como Amores perros (2000) o Babel (2006) hizo de la crueldad con sus personajes una marca registrada. Como sucede con el mexicano, Moll también es un narrador preciso, con dominio de los recursos técnicos y conocedor de las reglas del misterio y el suspenso. No es eso lo que conspira contra Solo las bestias, sino la decisión de jugar a ser un dios impiadoso con sus propias criaturas, con el único fin de imponer un mensaje que opere sobre la culpa del espectador. Por eso, como Iñárritu en esas películas, el alemán decide que las acciones se extiendan hasta el tercer mundo, para expresarse políticamente acerca de cuestiones como, por ejemplo, los efectos del colonialismo europeo en la explotada África. Y no alcanza con citar a la realidad para que un relato se vuelva, ya no cinematográficamente verosímil, sino éticamente válido.
Basada en la novela policial de Colin Niel, autor de moda, la nueva película del franco alemán Dominik Moll (Harry, un amigo que te quiere bien) llega con el retraso pandémico. Una historia que es un cruce de historias, con cinco personajes protagonistas como piezas de un juego bastante impiadoso y de aristas impredecibles. En dos escenarios elocuentes, la Francia rural, fría y nevada, y Abiyán, en la ex colonia Costa de Marfil, la trama se teje en torno a la desaparición de una mujer poderosa, Evelyne Ducat, esposa de un empresario importante, interpretada por Valeria Bruni Tedeschi. Actriz, directora, hermana de Carla Bruni, Tedeschi es la presencia que le da brillo, y decadente glamour, a un asunto sombrío, pues todos los demás personajes, de una u otra manera, están vinculados a su ausencia. Una joven amante desesperada, una ama de casa infiel, su amante, un ermitaño que parece tener más diálogo con “las bestias”, los animales encerrados en el corral, que con las personas. Y el marido, que a su vez tiene una relación virtual con una mujer que en realidad no existe: es la imagen que utiliza un estafador, en Abiyán, para intentar sacarles plata a tipos como él, blancos, burgueses, aburridos. Como en un juego narrativo a la Rashomon, Solo las bestias divide su historia en capítulos que llevan el nombre de cada uno de los personajes. A cuyo turno veremos lo que pasó desde su punto de vista. Así es como la trama policial, el clima de thriller, y su comentario social, se impone por sobre el relato sombrío y la mirada dura sobre sus personajes. Moll, acaso Niel, no parece querer mucho a ninguno, pero esa falta de empatía queda en segundo plano frente a cuestiones más urgentes, como su aguda exposición de un presente poscolonial y sus consecuencias. De paso, estaría bien que el cine y la literatura europeas recuerden con la misma honestidad la situación de Haití, ese pequeño infierno francoparlante, abandonado por todos.
En plena era de las plataformas y del streaming, muchas veces uno se pregunta qué puede motivar a un espectador a ir al cine a ver una película francesa donde no hay actores convocantes, premios incentivadores ni un aparato de marketing que guie hacia la boletería. Entonces toma fuerza la figura de la crítica, que tantas veces pareciera pretenciosa al decir que tal o cual película es mala o regular. Aquí su efecto es motorizante. Porque `Solo las bestias' es un gran y original filme que debe verse. Para los amantes del buen cine -frase más que remanida- es cita obligada. Durante sus primeros cinco minutos, `Solo las bestias' pareciera ser el paradigma de esa etiqueta que tanto daño le hizo al cine francés en las últimas décadas acusándolo de ``soso, lento y aburrido''; pero resulta ser casi una trampa, un evidente engaño para dejarnos en ridículo si la dejáramos en el arcón de los fallidos que no se terminaron de ver. Porque toma un giro que no solo despabila sino que envuelve. Basado en la novela del francés Colin Niel `Seules les bêtes', el autor no nos cuenta el momento en que diversos personajes se entrecruzan sino la historia de cada uno de ellos durante esa interacción. Entonces, como mosaicos que se van corriendo hasta ver la fotografía entera, el espectador va entendiendo todo. Algunas situaciones son esperables pero la mayoría nos dejan ver como espectadores inexpertos. Por momentos `Solo las bestias' es un golpe al ego de los cinéfilos. PAISAJE La trama tiene varios inicios, coincidiendo con la cantidad de protagonistas. La desaparición de una mujer es el disparador y a medida que progresa la cinta emerge una nueva instancia que a su vez le da cuerpo a un nuevo misterio. Los paisajes helados de una zona rural ignota de Francia hacen que todo se vuelva más cerrado y confuso. Gran parte del valor del filme se debe al trazado maquiavélico que su director, Dominik Moll, nos ofrece como lectura. Un intermitente camino de migas de pan que seguimos atentamente hasta toparnos con un nuevo protagonista, y todo vuelve a comenzar como una microhistoria dentro del relato mayor. Denis Ménochet, tal vez la cara más conocida junto a Valeria Bruni Tedeschi, encarna esos faros a los que siempre se recurre para no perderse. Nadia Tereszkiewicz con su juventud regala frescura, mientras Guy Roger `Bibisse' N'Drin con su naturalidad es lo urticante. Los demás personajes, todos logrados hasta el mínimo detalle, terminan por construir este gran filme que nos regala el país galo.
Ya pasaron más de veinte años del estreno de Harry, un amigo que te quiere bien (2000), una película inquietante protagonizada por el catalán Sergi López que llegó a los cines argentinos y nos alertó de la aparición de un director francés muy prometedor, Dominik Moll, al que más de un crítico señaló en aquel momento como un digno heredero de Claude Chabrol, uno de los exponentes más singulares y perturbadores del cine de la nouvelle vague. En todo ese tiempo, Moll trabajó como asistente de Laurent Cantet (Recursos humanos, Entre los muros) y dirigió un puñado de largometrajes que confirmaron a medias las expectativas que había generado. Su momento de mayor exposición fue el estreno, en la apertura del Festival de Cannes de 2005, de Lemming, una historia densa y oscura protagonizada por dos grandes actrices, Charlotte Rampling y Charlotte Gainsbourg, pero Moll no logró consolidarse como el cineasta de peso que parecía ser hasta que volvió, en 2020, a cosechar encendidos elogios con Solo las bestias, que renovó el interés de la prensa cinematográfica europea por su obra. Está claro que el terreno donde mejor se mueve este realizador es el del thriller. Como sus incursiones en la comedia no fueron del todo convincentes, tomó nota de esa debilidad y decidió regresar al género donde se siente más cómodo. En este caso, la historia se desarrolla en un paisaje inhóspito y cubierto por la nieve, tiene varios protagonistas y distintos puntos de vista que se van entrelazando con suficiente ingenio como para mantener la tensión de principio a fin. También se beneficia de la solidez de un elenco en el que brilla especialmente Valerie Bruni-Tedeschi como una mujer casada con un millonario del que no está enamorada y que se enreda en un intenso affaire con una jovencita que tendrá un desenlace inesperado y brutal. Todos los personajes de este film basado en una novela -Seules les bêtes, del francés Colin Niel- tienen algo que ocultar. Y son sus intrincadas y riesgosas maniobras de distracción las que van disponiendo sobre el tablero de una narración realmente eficaz las piezas de un puzzle que quedará armado recién sobre el final. Aun cuando algunas de las líneas argumentales son más débiles -sobre todo la que incorpora a la trama a un grupo de jóvenes africanos dedicados a una serie de estafas digitales que asumen como singular venganza por las históricas agresiones del colonialismo-, el relato atrapa con un esquema de revelaciones graduales en el que juegan un papel clave las mentiras y las frustraciones de los protagonistas. El clima de Solo las bestias -más allá de la gelidez abrumadora del contexto- también remite al melodrama teñido por los exabruptos del amor fou. Y la tragedia se desata por la insatisfacción general: nadie tiene lo que anhela, y el deseo por conseguirlo de cualquier forma se convierte en condena. No hay héroes ni redenciones en este cuento macabro con el que Moll confirma su estatus de pesimista explícito y obstinado.
La anteúltima película del director de Noticias de la familia Mars –presentó la última, La nuit du 12, en el Festival de Cannes de este año– tiene un comienzo desconcertante en el que se ve a un hombre con una cabra sobre su espalda entrando a un departamento. Recién sobre el final, cuando se complete el rompecabezas narrativo, quedará algo más claro quién ese hombre y qué hace con el animal. A ese inicio le sigue la presentación de la dinámica de una particular familia en una casa en las afueras de la ciudad. Allí está el patriarca transitado su vejez y controlando con puño de hierro las actividades dentro del lugar, su hija casada con un hombre con quien la une un desprecio mutuo y un empleado con serios problemas psiquiátricos con el que ella tiene un romance. La misteriosa desaparición de una mujer revelará un complejo entramado de relaciones cruzadas, identidades falsas y mentiras. Parca y grisácea como sus personajes, la porción inicial de Solo las bestias coquetea peligrosamente con el cine miserabilista, aquel poblado por criaturas despreciables sin un atisbo de bondad y que tanto suele agradar en los principales festivales de Europa. Sin embargo, a medida que avance el metraje, Dominik Moll se aleja de esa impronta sobradora y hace de su película un thriller. El resultado es un film desparejo, por momentos expulsivo, pero con aura de misterio que lo vuelve inquietante.
Una mujer desaparece en medio de una tormenta de nieve. Su auto es descubierto en una carretera en dirección a un pueblo alejado de todo. No hay pistas y la policía no sabe por dónde empezar. Pero la historia seguirá a cinco personas parecen estar ligadas a la desaparición de maneras inesperadas. Cada una de esas historias es también un secreto que nadie conoce y los cruces entre todos ellos producen efectos sorprendentes. Sin que se vea como una de esas solemnes y pesadas películas de cruces de historias, Solo las bestias funciona porque los cruces no son los que uno espera. Mantiene el interés y es entretenida, aun cuando el drama desencadene en tragedia. Una mirada desencantada del mundo y por momentos siniestra, la vuelven en una película fuerte, oscura, pero atractiva hasta el final. Un buen guión, de tanto en tanto, nunca viene mal.
Pasiones prohibidas en el thriller de Dominik Moll El director de “Noticias de la familia Mars” lleva al cine la novela homónima de Colin Niel de 2017 con una estructura narrativa propia de “Rashomon”. Un crimen es el detonante de la apacible vida campestre en Francia. Évelyne Ducat (Valeria Bruni Tedeschi), la mujer de un reconocido empresario, desaparece misteriosamente y, a través de la historia de cada personaje como en el clásico de Akira Kurosawa, comprendemos los hechos. Los deseos y temores que emergen de los vínculos entre personajes desatan los acontecimientos. Con un sorprendente elenco que incluye a Denis Menochet, Valeria Bruni Tedeschi, Laure Calamy, Nadia Tereszkiewicz, Damien Bonnard, Bastien Bouillon y Guy Roger 'Bibisse' N'Drin, entre otros; la película hace de la “coincidencia abusiva” su razón de ser. Porque Solo las bestias (Seules les bêtesaka, 2019) se construye al modo de un rompecabezas y hace encastrar las distintas piezas unas con otras a la perfección. El crimen pasa a un segundo plano cuando los vínculos entre personajes van de lo inesperado hasta lo extraño, e incluso, bordean el morbo (la relación de Joseph con el cadáver). El pasaje de la trama policial a las pasiones “prohibidas” de los personajes (infidelidades, ciberdelitos) hace surgir al melodrama. En ese territorio de los sentimientos los personajes llegan a límites insospechados, muchas veces justificados por las vueltas de tuerca antes que por el arco dramático de la historia. En ese punto algunas relaciones se sienten forzadas por las vueltas de tuerca del guión. Sin embargo, este film de características “noir” funciona por la información suministrada en cuentagotas al espectador mediante el atractivo juego formal planteado y las notables interpretaciones de su elenco. Una película que invita a estar siempre expectante a los giros de la trama que sorprende (el salto al país africano por ejemplo) hasta al más atento de los cinéfilos.
AMORES Y DESAMORES PERROS De manera casual, tal vez, la anteúltima película de Dominik Moll (tiene una última, La nuit du 12, estrenada en el reciente Cannes) traza desde su título un paralelo con los Amores perros de Alejandro González Iñárritu; es decir, estamos ante otro retrato coral de la sociedad, otro relato dividido en capítulos y otra historia que referencia lo peor de las personas con el mundo animal: los perros allí, las bestias aquí. Hay algo de la imposibilidad de ver lo horroroso en lo humano que relaciona a estas películas con el Diario Crónica. Y si bien aquella película del mexicano no es el peor ejemplo de su cine (que fue perfeccionando su miserabilismo con el paso de los años), sirve como ejemplo de un tipo de propuesta fuertemente afincada en el mundo de los festivales y en el universo del cine de autor. Si Solo las bestias escapa un poco a esa etiqueta, es gracias a que Moll no termina de ocultar sus dotes de buen narrador y hábil generador de climas. Ambientada en un paraje bucólico francés, un territorio nevado que recuerda al Fargo de los hermanos Coen, Solo las bestias comienza con una historia que progresivamente se va abriendo como en un caleidoscopio que deja ver diversas taras de la sociedad: de hechos más íntimos como una infidelidad a otros más universales, como las estafas virtuales que sirven de excusa para reflejar miserias del colonialismo europeo. En un comienzo tenemos Alice, una mujer que visita a su amante, un hosco hombre de campo, y que convive con un padre algo imperativo y un esposo distante, metido siempre en su trabajo de la cría de ganado. El montaje recorta diversas situaciones y los personajes dejan respuestas en suspenso, por lo que Moll nos da la pauta de que aquí hay algo más de lo que en primera instancia se nos muestra. La desaparición de una mujer -primero- y la del esposo mencionado anteriormente -después- generan el primer giro en la película. Giro que se toma como un cierre de capítulo, ya que la película continuará mostrando esos mismos hechos pero desde diversos puntos de vista. La mayoría de las historias tienen al engaño como elemento singular, engaño que en ocasiones puede llevar a hechos triviales, a decisiones intempestivas y lindantes con lo humano (un personaje oculta un cadáver como si se tratase de un muñeco) o directamente pretenden mirar las desigualdades del mundo con un dejo de ciudadano sorprendido con las cosas que pasan. A diferencia de Iñarritu -está dicho- Moll tiene la habilidad suficiente como narrador para darse cuenta que lo que tiene entre manos es un thriller antes que un film de denuncia, y nunca se deja ganar por el panfleto. Eso no impide, claro, que la película se balancee entre momentos notables y con filoso clima de suspenso, y otros que son demasiado bochornosos o banales, plagados de giros un poco inverosímiles, en los que el guion se impone a cualquier lógica. Solo las bestias es una película que padece algunos de los males del cine actual, especialmente el que circula por el palmarés de los festivales, y que funciona mejor si uno no se lo toma demasiado en serio. Y es, gracias a su efectividad (ha ganado premios después de todo), una de esas películas que puede devolver a un director como Moll al lugar que parecía ocupar allá por el 2000 con Harry, un amigo que os quiere, su segundo y muy interesante film.
Dominik Moll no oculta su sugerente regusto por lo turbio. Son de su interés historias situadas fuera de las grandes metrópolis. Espacios pequeños y rurales, en la más absoluta cotidianeidad, aquellos que le resultan territorios de exploración fértiles. Allí, el cineasta, encuentra lo grotesco que ejemplifica la condición humana. Bajo su óptica, percibimos una mueca disimulada tras la pátina de normalidad. Influenciado por “Blue Velvet” (1986), de David Lynch, el cineasta galo se vio fascinado por aquel retrato de la América soñada que descubre el velo de su propia monstruosidad. Moll entiende que las relaciones humanas se hacen de contradicciones. “Solos las Bestias” se encumbra como un retrato desolador. De nutrida trayectoria y aspirante a la Palma de Oro en Cannes, el autor hurga en lo que la normalidad oculta. Con paciencia de orfebre, trabaja sobre -y debajo- de la superficie. Allí subyacen pensamientos íntimos, a menudo reprimidos. Pequeños rituales, asevera uno de los personajes del film. Aquí adapta la estructura de novela (de Niel Colin), ubicándonos, geográficamente, en un paisaje helado en la zona montañosa francesa. Allí, se investiga la desaparición de una mujer burguesa (la fenomenal Valerie Bruni-Tedeschi) y un posible crimen que intenta dilucidarse, a través de la suma de información que aportan diversos puntos de vista que el film (re) construye, a la manera de “Rahsomon”. En la multiplicidad de verdades posibles, la trama en clave de thriller se conforma transponiendo un texto originalmente estructurado en cinco partes, siendo cada uno de ellos una porción de realidad independiente, y adquiriendo, en el acto cinematográfico, una narración objetiva en primera persona. Por tal motivo, y en lo que denominaríamos ‘focalización’, sabemos tanto del devenir de los hechos como el personaje que narra cada capítulo, en favor de un tono de suspenso nutrido y afectado por los avatares del destino.
Un buen guion no es sólo una buena historia: es la escritura que marca el ritmo de la narración, administra la tensión y las pausas, pone en escena la relación entre lo visible y lo invisible del relato para crear enigmas alrededor de los cuales giran los personajes. En Seules les Bêtes (Solo las Bestias), Dominik Moll y Gilles Marchand utilizan las líneas argumentales del thriller rural clásico, pero lo dotan de una estructura narrativa compleja para crear una escena primitiva de desesperación y fatalidad en una no man´s land habitada por seres marginales en busca de alguna dosis de felicidad.
El realizador Dominik Moll (Noticias del Planeta Marte) dirige un drama coral con dosis de suspenso que empieza con la impactante premisa de la desaparición de una mujer en medio de un escenario frío y desolado. «Nuestra terrible necesidad del otro, el terror de estar solos. Lo que nombramos Amor.» Joyce Carol Oates Tras una breve secuencia inicial que funciona como una especie de prólogo situada en Costa de Marfil, la película nos sitúa en un lugar montañoso y nevado de Francia. La historia se divide en diferentes capítulos con nombres de los variados personajes. Así, se arma como una especie de rompecabezas en el que las piezas van encastrando y teniendo sentido a medida que los capítulos se suceden y las distintas tramas argumentales se van desarrollando y cruzando entre sí. Además de la mujer que desaparece en medio de una tormenta de nieve (Valeria Bruni Tedeschi), la película despliega las historias de una mujer que se siente sola y se enamora de un hombre parco y solitario que apenas le brinda sexo y un poco de atención, este otro hombre que es quien encuentra el cuerpo frío y rígido de la mujer y se conecta con él de un modo extraño, el marido que se endeuda de una manera que se devela más avanzado el relato, una joven que tras una noche de pasión con una señora se enamora hasta los huesos y la busca persiguiendo falsas esperanzas… Sólo las bestias está construida a través de diferentes líneas argumentales que van y vienen en el tiempo y los espacios para explicar sus fugaces conexiones entre sí. En ese sentido, el guion devela de manera inteligente las vueltas de tuerca y hasta el último momento depara alguna pequeña sorpresa. En la extensa galería de personajes, algunos terminan quedando más desarrollados que otros. Toma un buen rato entender por dónde quiere ir la película, que empieza de manera áspera y fría hasta que llega a mostrar el corazón, aquel hecho que desencadena todos los demás. Con ritmo de thriller y un buen manejo de la intriga, la trama se va abriendo y desplegando las historias que se caracterizan por ser oscuras y pasionales, con personajes que se mueven de manera impulsiva por el deseo o la búsqueda de algo parecido al amor. Entre el amplio elenco, destaca Denis Ménochet en la piel del granjero y marido parco que guarda un secreto que le brinda algo similar a una alegría hasta que descubre que las cosas no son como imaginaba y todo empieza a írsele de las manos. Hay una idea de azar sobrevolando la película. Algo que podría acercarla a Justicieros pero que en lugar de optar por el humor negro y lo absurdo resulta todo el tiempo frío y oscuro (apenas hay un poco de calidez cuando se presenta algo que parece ser una historia de amor hasta que se revela como una desilusión más), como si el mundo fuese siempre ese lugar horrible y hermoso que Joyce Carol Oates describe en sus novelas y relatos: historias que parecen de terror y no son más que fieles reflejos de una realidad. Como en sus libros, los personajes de Solo las bestias parecen a la larga no buscar más que un poco de amor. Y es también una historia de supervivencia, de apelar a los instintos animales para no terminar de hundirse. En esta red de personajes entramados que accionan sin imaginar las consecuencias, hay también un interesante contraste entre el frío del sur francés y el calor agobiante de África occidental, dos rincones del mundo que pueden estar a un click de distancia entre sí. Y sin embargo, la desolación, las decepciones, pueden ser las mismas. Con una lograda puesta en escena y un notable uso del montaje, estamos ante un drama sobrio, parco por momentos, intrigante durante gran parte de su metraje, y siempre atractivo. Aun cuando sus personajes despliegan su lado más oscuro y resulta difícil empatizar con ellos.
Una radiografía de la naturaleza y la pasión humana “Sólo las bestias” es un relato circular que apela al recurso frecuente de algunos thrillers de abordar el conflicto central desde el punto de vista de distintos personajes. En consecuencia, la película está dividida en episodios con los nombres de los personajes protagónicos. El film comienza con Alice que tiene una relación clandestina con Joseph, un hombre hosco y al límite de la sociopatía que vive solo y aislado en su granja. A partir de la aparición de un cadáver en el campo de Joseph, “Sólo las bestias” comienza a desplegarse como una serie de cajas chinas a través de las cuales se desarrollan las historias del resto de los personajes, en un recorrido que se inicia en un tranquilo pueblo del interior de Francia y se conecta con un barrio marginal de una ciudad de Costa de Marfil, en Africa.
Este thriller francés va cambiando de tiempos y de geografías para armar una violenta historia policial con origen y consecuencias inesperadas. Con Valeria Bruni-Tedeschi, Denis Menochet, Laure Calamy y Nadia Tereszkiewicz. Estreno en cines argentinos. Un policial negro con una estructura narrativa que cambia de tiempos y de protagonistas varias veces, SOLO LAS BESTIAS es un oscuro relato acerca de las más extrañas conexiones que pueden derivar en hechos trágicos y violentos. El director de WITH A FRIEND LIKE HARRY y NOTICIAS DE LA FAMILIA MARS y su guionista habitual Gilles Marchand se basan en la novela «Seules les bêtes«, de Colin Niel, y arman un tipo de relato que traerá recuerdos, en términos de estructura al menos, al PULP FICTION, de Quentin Tarantino o a BABEL, de Alejandro González Iñárritu, ya que aquí se nos van presentando eventos que parecen no tener nada que ver entre sí pero que terminan conectándose de las maneras menos imaginables. El primer episodio está centrado en Alice (Laure Calamy), una enfermera que vive en un pequeño pueblo francés con su marido Michel (Denis Menochet, el actor de la inolvidable escena inicial de BASTARDOS SIN GLORIA), un campesino un tanto tosco y, en apariencia, agresivo. La mujer tiene un affaire con Joseph (Damien Bonnard), uno de sus pacientes, un hombre que parece tener algún tipo de problema psiquiátrico, además de un perro fiel. Y su marido sospecha que algo está pasando entre ellos. Pero el mundo del pueblito está conmovido más que nada por la desaparición de Evelyne (Valeria Bruni-Tedeschi) y todos están pendientes de las noticias que llegan por televisión y de la investigación policial. El cadáver de la mujer en un momento aparecerá (ya verán cuándo, dónde y cómo) generando nuevos inconvenientes pero que no ayudan a descifrar qué pasó con ella. Una segunda historia –previa en el tiempo– se centrará en Marion (Nadia Tereszkiewicz), una joven camarera que tiene un affaire amoroso con la tal Evelyne, una que empieza de un modo tórrido pero luego se empieza a complicar. La película hará un giro extraño hacia otro tiempo y espacio ya que seguiremos los pasos de un tal Armand (Guy Roger “Bibisse” N’drin), un joven de Costa de Marfil con deudas que se dedica a hacer estafas online. Y la historia luego retomará a uno de los personajes que vimos previamente pero ya desde una perspectiva y situación bastante diferentes. En plan «todo conecta con todo», el drama de SOLO LAS BESTIAS se irá cerrando en sí mismo hasta convertirse en un inesperado y trágico policial dominado por las confusiones. Más allá de algunas coincidencias de guión que bordean lo excesivo (una de ellas, especialmente), la trama en sí funciona bastante bien y, por más absurdas que parezcan las conexiones que se arman en la historia, no se trata de uno de esos caprichos excesivamente forzados a la CRASH, de Paul Haggis. Moll (que hizo esta película en 2019 y ya tiene una nueva que pasó por el último Festival de Cannes) logra darle bastante credibilidad a la historia gracias, también, a una media docena de personajes con problemas, inconvenientes y reacciones convincentes. Es una historia plagada de malos entendidos, personajes complejos (ninguno es necesariamente oscuro ni violento pero las circunstancias los llevan hacia allí), enredados dramas románticos y mucha pero mucha mala suerte. Y la conexión entre todos ellos hará que lo que cuenta SOLO LAS BESTIAS sea lo suficientemente atrapante para generar un producto ingenioso y también bastante inteligente que, por momentos, hasta sorprende.