Solo (2015)

Crítica de Jimena Díaz Pérez - EscribiendoCine

Entre lo que se debe y lo que se quiere hacer

La ópera prima del director uruguayo Guillermo Rocamora cuenta la historia de un trompetista de la banda de la Fuerza Aérea que desea desarrollarse musicalmente. Solo(2015) muestra la necesidad que tiene el ser humano de realizar lo que realmente lo hace feliz y las frustraciones que aparecen durante la búsqueda.

Como su nombre lo indica, Solo narra la vida de un protagonista: Nelson (Enrique Bastos) es un músico que anhela concretar los sueños de su infancia y transformar su monótona vida. Si bien es el mejor músico de la banda de la Fuerza Aérea, y posiblemente lo asciendan a director, considera que allí no puede consagrarse como le gustaría. Tras el abandono de su mujer, encuentra en un concurso para compositores la oportunidad de ser reconocido a través de su arte. Pero deberá elegir entre los deseos y las obligaciones, cuando en su trabajo surge un inesperado viaje a la Antártida que coincide con la fecha de la final del certamen.

El carácter tranquilo y paciente de Nelson, que en muchos momentos se transforma en resignación, pone de manifiesto una problemática con la que el público se sentirá identificado. ¿Por qué hay que relegar los sueños? ¿Hasta qué punto es más importante la necesidad económica? ¿Es posible no sentirse frustrado? Estos son algunos de los interrogantes intrínsecos del film de Rocamora.

Con un tono solemne y melancólico, Solo indaga estas cuestiones existenciales mediante su protagonista. Y en el intento de sobreponerse y cambiar su situación se hace presente un valor fundamental, con el que se demuestra que no hay que conformarse con una realidad que puede parecer “cómoda”. Por otra parte, también se marca la necesidad de un acompañamiento afectivo ya que, luego de ser abandonado por su mujer, su única familia es su madre, interpretada por Marilú Marini.

La película de Rocamora es interesante porque a partir de su historia se puede hacer un paralelismo personal. Sin embargo, detalla tanto cada paso de Nelson hacia su consagración, que hubiese sido preciso continuar en esa línea hasta el final. Y por esa razón los últimos minutos dejan sabor a poco.

Solo transmite lo que se propone, tanto a través de la historia como de la correcta interpretación de Enrique Bastos. Pero lo más relevante es que plantea interrogantes que deberá descifrar cada espectador al retirarse del cine.