Soledad

Crítica de Victoria Conci - La Voz del Interior

Soledad tiene atrás dos apellidos de peso para los argentinos: Agustina Macri es la directora y Vera Spinetta la protagonista. La película sobre la anarquista María Soledad Rosas es una adaptación del libro Amor y anarquía de Martín Caparrós y es la primera ficción de la hija mayor del Presidente.

Ambientada en los noventa, el filme recorre la transformación de una joven de clase media en una militante del anarquismo. Soledad realiza un viaje a Europa y en Italia conoce a un grupo de ocupas anarquistas a los que se une. Allí conoce a Edoardo Massari, con el que comienza una relación amorosa que junto a su creciente militancia la llevan a buscar la residencia definitiva en el país.

Acusados injustamente de un atentado terrorista a un tren, la pareja termina en prisión. A partir de ese momento comienza el suplicio que terminaría convirtiendo a Soledad en un ícono del anarquismo.

La película de Agustina Macri es sobria y por momentos algo distante, quizá demasiado. La sucesión de hechos desafortunados que vive Soledad no terminan de emocionar, incluso los más dramáticos.
La transformación del personaje, que pasa de ser una jovencita de clase media sin mayores inquietudes a una férrea anarquista, resulta un tanto sutil si se tiene en cuenta el desenlace de la historia.

Soledad hace especial hincapié en la historia de amor de la protagonista y Edoardo Massari (Giulio Maria Corso), y un poco menos en su conversión ideológica.

La manera en que se aborda el anarquismo en la película es apenas a modo de contexto, casi para principiantes. No hay grandes discusiones ni diálogos sobre el movimiento salvo por algunas excepciones. Tampoco se refleja con intensidad la apropiación de esa forma de vida en la protagonista, por lo que cuesta imaginar cómo es que llega a tomar ciertas decisiones a lo largo de la historia.

La actuación de Vera Spinetta está a la altura de las circunstancias, poniéndole el cuerpo al personaje hasta el punto de raparse la cabeza en cámara. Es justamente esa escena y las de Soledad caminando por una zona rural de Italia, de lo más bello de la película.

La música es uno de los principales guiños para señalar la época. Soledad no se separa de su walkman y Matador de Los Fabulosos Cadillacs se convierte en un himno en el contexto del filme.

El debut en ficción de Agustina Macri demuestra que es una directora para prestar atención en el futuro, aunque con Soledad luzca algo contenida.