Soledad y Larguirucho

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Un formato para la discusión

Se mantienen, entre tanto facilismo, algunas canciones de Soledad, su simpatía y naturalidad y el encanto de los personajes de García Ferré, con las notables voces que forman parte de su identidad (destacada labor de locutores y animadores).

Manuel García Ferré está incorporado a la mitología de la historieta argentina a través de creaciones como Pio Pio, Anteojito, Hijitus, Larguirucho, Petete y Calculín. Si sus personajes fueron integrantes de la infancia argentina, su revista Anteojito (con Billiken) lideró la gráfica dedicada a los chicos. La televisión fue la segura continuación de su éxito en forma de tira y el cine generó éxitos como "Mil intentos y un Invento", Ico o Manuelita entre otros.

Esta vez, uno de sus personajes más queridos, Larguirucho, nacido hace más de treinta años, acompaña la figura de la popular cantante Soledad, en una serie de aventuras en la provincia de San Luis. Personajes como el profesor Neurus, Pucho y Serrucho, unidos a la Bruja Cachavacha tratan de hacer fracasar sus presentaciones y apropiarse del poncho, a la que la bruja atribuye el éxito. Distintas figuras, muy conocidas por el público, como el Chaqueño Palavecino, Natalia Pastorutti, Carlitos Balá, Capusotto y otros, acompañan el recorrido.

FIGURAS QUERIDAS

"Soledad y Larguirucho", más allá de presentar figuras queridas como la joven cantante y el buenazo y un poco tontón de Larguirucho, no logra satisfacer lo que uno puede pedir a un buen relato para chicos. Lo fundamental es que carece de un guión mínimamente compacto como para nuclear una historia que vaya más allá de las secuencias independientes. Asimismo, es un tanto presionante la necesidad de convertir determinados pasajes del filme en una suerte de guía turística. Pensamos que la existencia de figuras retóricas como "la alusión" o "la imagen", aplicadas al cine, son más efectivas que la publicidad directa, hay una ausencia de recursos imaginativos que puedan transformar una necesidad de producción en un momento justificable de la ficción.

El formato plano, como desajustado en el tiempo, con recurrencias de los personajes al público o ciertas repeticiones de los mismos invitados utilizados en cameos, acercan más el relato a superados recursos de viejas series televisivas, facilismo poco aceptable.

Se mantienen, entre tanto facilismo, algunas canciones de Soledad, su simpatía y naturalidad y el encanto de los personajes de García Ferré, con las notables voces que forman parte de su identidad (destacada labor de locutores y animadores). Si hay una secuencia que se destaca y se acerca a lo mejor de la recordada ingenuidad y encanto de las anteriores películas de García Ferré, es la de la evocación de los trenes y sus estaciones solitarias, imaginario melancólico, luego de la debacle que los desactivó.