Sola

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Sola tiene varios elementos originales y entra en la categoría de películas argentinas a las que no les interesa el costumbrismo realista ni el panfleto político. Eso ya la coloca en minoría, pero tampoco es tan única como se puede creer. Muchos cineastas han buscado hacer un camino fuera de los caminos más transitados por nuestro cine. La historia transcurre en una rara posible década del cuarenta en un mundo que podría ser la Alemania nazi o no. Juega sin inseguridad ese tono impreciso pero decidido por el realizador. Eso funciona y es un poco el chiste de inicio que engancha.

Después está la trama de suspenso que explora algo de ambigüedad con el cine fantástico pero jamás declarando del todo a que universo pertenece. Laura Garland (Araceli González) es una viuda embarazada de su esposo muerto en combate (Miguel Ángel Solá) que deberá alquilar parte de su casa si no desea perderla. Las autoridades la increpan para que lo haga y ella decide darle ese lugar a un sospechoso matrimonio formado por un ladrón (Fabián Mazzei) que se ha quedado con oro del gobierno y la esposa de él, que curiosamente también está embarazada. Los embarazos en paralelo van anunciando posibles vueltas de guión, pero hay varias sorpresas así que analizar esto sería contar la trama. Lo cierto es que se trata de un relato oscuro y siniestro, que mantiene el tono la mayor parte del tiempo.

Es extraño ver a actores famosos (hay que sumarle a Luis Machín, Mariano Martínez, Alfredo Casero, Tomás Kirzner y alguna sorpresa más) en una película de época pero cuyo estreno y exhibición es completamente marginal. Algo raro pasa con el cine argentino, sin duda, algo que no le corresponde a esta película responder, pero que es un llamado de atención. Las ambiciones estéticas que tiene también son dignas de mención aunque un par de actuaciones secundarias no encuentren el tono y el guión termine con elementos ingeniosos pero no efectivos en lo dramático. Y aunque duele decirlo, el cameo final de una querida estrella del cine y la televisión es tan incomprensible como absurdo y anticlimático, un chiste de consumo interno que muestra un falta de rigor que tiende a desconfiar del resto. No solo de ser original vive el cine, aunque nunca está de más que aparezcan cineastas con ganas de crear sus propios universos.