Sola

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Es original esta historia sobre dos planes macabros enfrentados. Para empezar, ha de ser una de las pocas películas argentinas que incluye un bombardeo aéreo de la Segunda Guerra Mundial, sin por eso tener pretensiones spielberguianas. Y es que “Sola” transcurre en algo que parece ser la Alemania nazi durante la guerra, aunque tampoco es exactamente así, tan extraña es esta notable opera prima de José María Cicala. Es difícil contar el argumento ya que hay demasiados detalles que no se deberían revelar, pero básicamente cuenta la amable existencia de una mujer embarazada, Araceli González, cuyo marido ha muerto en el frente, y que arrenda la casa contigua a la suya, antiguamente parte de su propiedad, a un asesino prófugo y su mujer, también embarazada y del mismo tiempo que ella. Hay una enfermera secuestrada para atender a la mujer del homicida, un lechero libidinoso, un veterano de guerra medio loco y solitario, y la presión de las autoridades por comprobar que el embarazo de la protagonista no deshonre a su difunto marido; igualmente, una presencia sobrenatural sutil pero persistente.

Son muchos los elementos y por eso la película empieza con calma, sumando uno tras otro, lo que hace razonablemente bien. Y poco a poco empieza a subir la intensidad tanto en las situaciones y en lo visual, hasta llegar a dos últimos actos sin desperdicio donde pasa de todo. “Sola” es una más que auspiciosa opera prima con una gran dirección de arte e imágenes atípicas en el cine argentino actual, que recuerdan la era de oro de nuestra industria cuando las películas podían transcurrir en cualquier época o país. También ayuda un elenco encabezado por Araceli Gonzalez junto a Miguel Angel Solá y Fabián Mazzei y que incluye, en papeles mayores, menores o simples cameos, a Griselda Sánchez, Micaela Suárez, Mariano Martínez, Alfredo Casero y hasta Carlitos Balá.