Sola

Crítica de Csaba Herke - Leedor.com

Sola
El afiche nos anuncia Sola, “en algún lugar, un mundo similar al nuestro”. Ruido inmediato de púa de pasadisco rayando el disco. ¿Momento, similar al de quién?

El afiche, dividido en dos. En su parte superior, una escena en tinta azul de una mujer embarazada en una bañera con espuma, bajo ella y en tinta roja, el rostro moribundo de un oficial que cualquiera identifica como alemán. ¿Se tratará sobre la vida y la muerte, acaso?
Las referencias, claro, algunas son graciosas, la sentencia “en algún lugar” remite a la Guerra de las Galaxias; un fotograma del soldado con el cobertor negro en el rostro, en la batalla también, somos hijos de la época.
Sin embargo, lo que nos damos cuenta que más que una distopía todo resulta en una monumental alegoría. Para decir esto, en principio, veamos qué es una alegoría y en qué se diferencia de una metáfora y qué relación tiene una y otra con el arte.

Desde Aristóteles (Poética) se sabe que una metáfora consiste en cambiar algo por algo, y Borges agrega que una buena metáfora, no es solo una forma de embellecer el habla sino decir algo que de otro modo resultaría imposible e incluso engorroso. Podríamos agregar que una metáfora sólo es asible a través de otra metáfora, a pesar que algún semiólogo nos diga que es un signo de carácter convenido, o cuyo significado es una convención, definición como toda definición, en el arte resulta insuficiente; tampoco que es un tropo, repito, no nos es suficiente.
Siguiendo a contramano a todo positivismo, la metáfora requiere siempre otra metáfora, a pesar de que el positivista nos dirá que eso es una tautología, la misma, (volviendo al escritor argentino), escribe en Ensayo sobre la metáfora, que la misma es como la nox dormienda del poeta romano Catulo, una vez que a uno le anuncian que va morir, nada puede ser igual.
Derrida dice de la metáfora que es como un transporte (La muerte de la metáfora) que nunca llega a destino; mientras que una alegoría es, también un signo, pero cuyo significado ya no admite equívoco o polisemia.
La confusión que hay entre uno y otro lo señala Hegel (Estética, 2 parte, 1 ra seccion Cap3 ) desconociendo esto, hay gente que usa el término metáfora indistintamente al de alegoría.
Nuestro film, decía, más que metafórico es un conjunto de alegorías: la imágenes de los aviones sobre el capó de automóvil (buen recurso, por otro lado) son los aviones que bombardearon (dejemos acá lugar a la duda y digamos) o Guernica (España; mayo 1937) o Plaza de mayo (Argentina; junio 1955) (Chile, septiembre 1973).
Creer que estamos de acuerdo que todos fueron ignominiosos, es creer que la historia tiene una sola lectura, y acá hay un punto novedoso, sorprendente para algunos, que se nos impone como ineludible y con lo que deberemos trabajar de ahora en más nuestro presente: si hasta ahora, estaba claro y sigue estando claro para algunos qué es el bien y qué es el mal; lo novedoso (no para el autor) de estos discursos (digamos obras de arte) es que rompen con las habituales categorías éticas y lógicas, (sin hacerlo con las estéticas, (por qué digo ésto, es un tema para ampliar) y nos presentan sin tapujo alguno, revisiones de la historia, relecturas que algunas tienen razón de ser y otras sigue simplemente o son parte de las líneas editoriales de los grandes medios.
De esto alertó hace mucho tiempo Margaret Atwood (Margaret Eleanor Atwood, Ottawa, 1937), en su novela “El cuento de la criada” (Canadá, McClelland & Stewart, 1985) tema que desgraciadamente fue borrado del enlatado que produjo Bruce Miller para MGM (MGM, 47 episodios, EEUU, 2017)
Cicala, el director de Sola, también construye una distopía, en eso no hay duda; el tema es preguntarse si dentro de la distopía no hay propaganda o si la distopía está usada para decirnos otra cosa. Por otra parte la pregunta también es cómo asir algo que se unta con aceite o con gel (más elegante) en este caso la distopía que permite casi cualquier cosa.
Este cualquier cosa no es menor, lo saben muy bien los que vieron Babylon Berlin (Babylon Berlin, Alemania, Tom Tykwer, 2017) sobre la novela Sombras sobre Berlín. (“Der nasse Fisch”, Volker Kutscher, Alemania, 2010) con elementos referenciales al Berlin Alexanderplatz de Fassbinder.
Cada indumentaria, cada elemento que gira en la distopía, es en realidad un comentario sobre la realidad, lo posible, es una pregunta sobre ¿qué hubiese pasado si?
Una de las primeras cosas que se estudia en historia, es que, aunque divertido, no existe esa posibilidad, no hay un ¿qué hubiese pasado si? Y acá tenemos el problema de nuestro film y principio: en un mundo parecido al cual, ¿qué pasó? ¿cuál es la diferencia? ¿dónde divergió?
Los elementos son claros, no hay divergencia alguna no hay distopía, es una visión (bizarra) y veamos rápidamente por qué: lo que primero aparece son los cascos del ejército argentino que se mezclan con cascos nazis, con lo cual las imágenes de los bombardeos son los bombardeos de Plaza de Mayo (efecto Kuleshov) el oro con las insignias nazis, indudablemente es el famoso mito del oro…, oro…, oro de Perón? Incluso la imagen de la bomba que no detona es una explícita referencia.
¿No es que quiere ser una gran alegoría de la historia reciente del peronismo? Entonces, el título SOLA, ¿a quién se refiere?, ¿quién es la que está sola? Sabemos que últimamente la única persona que cierto sector político señala como Sola es a CFK o sea la vicepresidenta de la nación.
Sonido a chirrido de púa…
Pregunta con cara de periodista rubio desconcertado.
¿me estás diciendo que Araceli es Cristina?
Bueno…….
No afirmo nada, es un regusto que me queda de un film que se presenta tardíamente, filmado durante otro gobierno de carácter altamente opositor, antes de las elecciones. Incluso para algunos periodistas e historiadores, en el film se expone claramente un ideario que considera y que le gusta hablar sobre una hipotética guerra civil, que le gusta sentirse excluido, inclusive pobre, que habla de víctimas y victimarios por igual.
Un detalle, los uniformes que pasan de ser uniformes entre s(el personaje de Olmedo) el pelo del médico rubio desteñido y pelilargo, los tres cascos alemanes mezclados con cascos argentinos, el cruel soldado (de vuelta un cierto aire germano americano), del final, usa el uniforme actual argentino, que a su vez, es un copia de norteamericano, ¿qué me está queriendo decir todo esto? O es que los mismos que hicieron la película, en una borrachera libertaria mezclaron etanol con metanol?
Narrar es siempre la voluntad de contar algo, no me vengan que sólo es una historia, no se necesita paranoia alguna para entender el costado programático del film.
Si la fotografía es correcta, (no le voy a sacar ese mérito a alguien que se presenta con 25 años de experiencia en la fotografía y en haber dirigido en el 2019 a Dany Trejo) no puede mantener su estándar para el resto, el montaje tiene saltos incomprensibles, los diálogos hechos para quien sea son definitivamente burdos, el odio que destila es visceral, tan visceral como no resulta casual la figura de Casero como farmacéutico, parodiando su propio odio, cuando dice ¿no será mucho dos bolsas de veneno para ratas?.
Otra escena gratuita y obvia es el montaje paralelo entre el imaginario cuninlingus en la bañadera a Araceli, con los colores de la bandera argentina y la mujer rompiendo bolsa, escena desagradable y procaz, un insulto gratuito a la racionalidad de cualquiera, no es necesario ser oficialista, simplemente muestra un odio visceral machista.
El afiche así, también cobra otro sentido, si juntamos las palabras del periodista ultra opositor Nelson Castro, se juntan con las tapas de la revista Noticias, tenemos (qué momento de goce) una explicitación de todas sus fantasías misóginas juntas, el afiche es repugnante en su sentido profundo, decir más es entrar en un juego del que me aparto, pero que me obliga a no ser neutro en mis decisiones personales.
Desgraciadamente el film se estrena hoy y siempre me prometo hacer una recensión sobre mis propios escritos debido al corto de los tiempos entre visionado y escritura, pero este texto, algo me dice que sobre él, seguiremos escribiendo un tiempo largo, y no es por lo bueno, sino porque los tiempos lo ameritan.