Sola contigo

Crítica de Juan Samaja - CineFreaks

Sorpresa o suspenso... esa es la cuestión

Bajo la apariencia de una mujer fría e inconmovible, María es un ser frágil y dañado. Su alcoholismo la ha llevado a cometer un crimen miserable, y la ha alejado de sus dos pequeñas hijas. En ese panorama sombrío, alguien decide deshacerse de María contratando a un asesino profesional que comenzará a indagar en la vida de su víctima antes de realizar la estocada final.

Sola contigo presenta varias debilidades: el principal defecto es la acumulación de líneas narrativas y personajes que lejos de aportar coherencia y riqueza a la trama la tornan pesada y arbitraria. Las historias amorosas de María con su secretaria y con su jefe resultan del todo intrascendentes en el marco de la trama, y la reaparición de esos personajes hacia el final del relato resulta superflua y arbitraria. El otro gran defecto que tiene el relato es la previsibilidad en torno a la identidad real del personaje encarnado por Leonardo Sbaraglia.

Cuando en un thriller se especula con la verdadera identidad de un personaje, o bien se juega la carta de la sorpresa efectista -whodunit-, o se juega con la carta del suspenso. En el primer caso, la verdadera identidad del asesino sorprende tanto al protagonista como al espectador, invirtiéndose la apariencia inicial del personaje; en el segundo caso, el espectador conoce de antemano la verdadera identidad del asesino, aventajando al protagonista, quien deposita en este personaje nefasto toda su confianza.

El film que nos ocupa presenta una dificultad extra en torno a esta cuestión: por un lado, se pretende desplazar la sorpresa de la identidad del asesino intelectual con la del asesino material, es decir, el relato está organizado de tal modo que el espectador siente más interés por develar la identidad del hombre que ha asumido la misión de matar a María, Ricardo, que de Leandro, quien ha encargado al propio Ricardo esa misión. Se pretende así que una sorpresa tape a la otra.

El problema es que la primera sorpresa no existe, y esa ausencia produce gran parte del fracaso dramático del film. Ciertamente, la segunda es más contundente y menos previsible, y en este sentido el relato recobra cierto interés retrospectivo. Pero aún un desenlace semejante hubiese ameritado un mejor preámbulo dramático.