Socios por accidente

Crítica de Marvila - Cine & Medios

Parece un accidente

De entrada el combo formado por título, afiche y elenco predispone para lo peor. Por eso, aquel que se anime notará que tal prevención resulta en algo positivo, una defensa que hace que este filme al ser visto sea más llevadero y hasta minimamente disfrutable.
Lo primero a tener en cuenta es que, a diferencia de "Bañeros 4", acá hay un par de directores que saben filmar. Tampoco es que sean genios de la dirección, pero al menos encuadran y respetan el eje de la acción.
La historia es muy sencilla y se basa en ese subgénero de comedia donde un policía o espía se asocia contra su voluntad con un civil torpe. La clásica rutina de la pareja despareja, esta vez con el aditamento que los dos a odiarse tienen en común a una mujer: para uno la ex, para el otro la actual.
Matías (Listorti) es traductor de ruso, separado y -según su hija adolescente- una persona rutinaria, aburrida. Una mañana en la que padre e hija comparten algo de tiempo juntos, unos sujetos llegan hasta su casa para requerir los servicios de Matías, a quien no le queda más opción que acompañar a los misteriosos hombres. Lo que no imagina es que pocas horas después va a estar en la Triple Frontera junto a Rody (Pedro Alfonso) -agente de Interpol y actual pareja de su ex esposa- en busca de una agente rusa que tiene un código necesario para desbaratar una acción terrorista.
Básica, previsible, simpática, apenas graciosa por momentos, esta película tiene dos grandes problemas: sus protagonistas. José María Listorti es conocido por su personaje de "pavote" televisivo, funcional al formato Tinelli. En esta oportunidad su actuación es medida, algo que se agradece, dado que evita excesos que le son conocidos en la pantalla chica y se pone más al servicio del relato. No le sirve tener como contraparte a Pedro Alfonso, un muchacho que apenas suple con cierta gracia y simpatía lo que no puede actuar. Monocorde y falto de carácter, Alfonso debilita a la pareja y le quita toda posilidad de éxito humorístico.
La puesta, en general, no escapa a un estilo más publicitario que cinematográfico, mientras los roles secundarios cumplen con el tono propuesto, liviano, simple, pasatista.