Socios por accidente 2

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Una leve mejoría

Es mejor que la anterior y tiene algunos chistes eficaces, pero en general todo es bastante pavo.

Si durante todo el año la calidad no abunda entre los estrenos masivos, cuando llegan las vacaciones de invierno directamente hay que resignarse a que los cines se conviertan en un campo minado de dibujos animados, dinosaurios o propuestas como Socios por accidente 2. Después del éxito de taquilla de la primera entrega -la vieron más de medio millón de espectadores-, José María Listorti y Pedro Alfonso se erigen como los herederos de la saga de los Superagentes y vuelven a formar la pareja dispareja de Matías y Rody, un torpe traductor de ruso y un eficaz agente de Interpol, que esta vez tienen una aventura en La Rioja.

Hay una leve mejoría con respecto a la anterior, también dirigida por Nicanor Loreti y Fabián Forte. Los mecanismos están más aceitados: quizá porque ya no hay necesidad de presentar a los personajes, la historia va directo al grano. Listorti y Alfonso ya se conocen y parecen estar cada vez más cómodos trabajando juntos: la dupla fluye más, aunque el ex productor de Tinelli sigue siendo bastante más duro que su compañero, que tiene más oficio como comediante.

Lo que tal vez más favorece a la película en comparación con la previa es que hay menos acción y un tono más decididamente humorístico, con lo cual se da vía libre para el delirio. Alguna escena va en esa dirección, como la que muestra a Listorti detrás de un arbusto, en medio del desierto -el imponente paisaje riojano está bien aprovechado-, intentando evacuar por vías naturales una bomba que tiene en su estómago, mientras Alfonso lo espera enfundado en un traje antiexplosivo y animándolo al grito de “hoy te convertís en héroe”.

Decir que ése es el punto más alto de Socios por accidente 2 es toda una síntesis. Hay otro par de chistes de cierta eficacia, pero en general son bastante pavos, aun teniendo en cuenta que este producto está dirigido a un público infantil. El registro es exageradamente caricaturesco, algo que sufren sobre todo los insoportables personajes femeninos (a cargo de Luz Cipriota y Anita Martínez, que hacen lo que pueden con lo que les tocó). Igual, la saga va en ascenso: un dato que mitiga la desazón de saber que habrá una tercera parte.