Slender Man

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Terror antropomorfo en tiempos virtuales

Quién asumió el desafío de revivir cinematográficamente este mito terrorífico que nació de la web, es Sylvain White, quien mayormente dirige series televisivas. Si bien no trasladó a pie y juntilla lo que sucedió en el caso real acontecido en EEUU, en el que dos niñas de 12 años apuñalaron a su amiga para invocar a Slender Man; si jugó con la idea que dio inicio a esta leyenda creepypasta, cuando entre los escombros de un incendio en California se encontró una fotografía en la que aparecía un grupo de niños jugando en un parque, y al fondo había una figura alta, delgada, masculina y sin rostro. Inmediatamente comenzó a correr el rumor de que los menores que estaban en la imagen, desaparecieron.

Mezclando un poco de está dos versiones, la trama de la cinta gira en torno a un grupo de amigas, que una noche de diversión invocan a este ser a través de la visión de un extraño video, que se esparcirá en sus mentes como un virus. A partir de este suceso no serán las mismas, tendrán pesadillas, visiones y malos presentimientos, sobre todo cuando una de las jóvenes se esfume en el bosque sin dejar rastro.

Es así que se darán cuenta que llamar a este demonio sin rostro con brazos de pulpo, no fue una buena idea. La sugestión y el acecho continuó de este ser energético, irá absorbiendo sus vidas poco a poco. Es cierto que Slender Man tiene varias falencias: los diálogos son poco cuidados, hay varios clichés del género, la materialización del monstruo resta suspense, y la búsqueda de generar terror psicológico, se difuma en una lógica impredecible.

Pero en esa falta de lógica, o en esa lógica atípica, donde suceden cosas sin sentido, es donde gana algo de potencia relato. Todo parece sumirse a una especie de universo que solo comprenden estas cuatro amigas quienes vieron cara a cara al hombre de la bolsa. Un universo onírico y sobrenatural que se fusiona con la pérdida de cordura; justamente todos los síntomas que contagia este demonio electromagnético que no contempla motivo en su accionar. También vale rescatar el trabajo actoral de las adolescentes, quienes hacen creíble este mundo caótico, carente de toda regla social prestablecida. Por lo pronto, no busques el video en internet, y ni se te ocurra salir a pasear solo por el bosque.