Skyline: La invasión

Crítica de Santiago Armas - ¡Esto es un bingo!

Fuck this planet

Skyline representa un síntoma que lamentablemente cada vez se hace mas común en Hollywood: el creer que con una sola imagen como gancho se puede hacer una película. El avance del filme mostraba una breve escena que generaba cierta expectativa, la de una nave espacial aterrizando en Los Ángeles (¿adónde si no?) y succionando humanos como si fuera una aspiradora gigante. Quizás esa imagen fue suficiente para que los directores consiguieran financiación, pero eso solo no hace una película. La realidad es que durante la primera hora y pico de Skyline parece que estamos ante una mediocre película de fin del mundo. Por suerte el desenlace la transforma de una película floja en uno de esos filmes que de tan malos terminan siendo, bueno, también malos, pero al menos son de una maldad simpática. Ya retomaremos este asunto mas adelante.

Dirigida por unos tales hermanos Strause, diseñadores de efectos digitales devenidos directores (sigan con lo primero por favor), Skyline pertenece a ese subgénero dentro de las películas de invasiones extraterrestres que podríamos llamar “la mirada humana”, en el que acontecimientos catastróficos tipo fin del mundo son presenciados desde el punto de vista de personas comunes y corrientes, generalmente familias disfuncionales como en La guerra de los mundos o Señales. El problema aquí es que para los hermanitos Strause ese punto de vista reside en un grupo de jóvenes millonarios que viven en un penthouse espectacular con pileta, persianas automáticas y todos los lujos, provocando cero identificación por parte nuestra. Todo comienza cuando Jarrod llega con su novia Elaine a Los Angeles invitado por su mejor amigo Terry, dueño de dicho penthouse que se dedica a diseñar efectos por computadora para filmes (démosle crédito a los Strause, los tipos escriben sobre lo que saben). Hasta aquí pareciéramos presenciar esos típicos dramones de televisión por cable al estilo The OC o Gossip Girl en el que muchachos carilindos que viajan en Ferrari y escuchan rock alternativo no pueden ser felices con sus parejas (a Jarred le ofrecen trabajar en LA y la novia no quiere, ella está embarazada pero no sabe como decírselo, etc.), lo que hace que uno desde la butaca esté impaciente por que aparezcan los malditos aliens y se lleven a todos estos pantristes de una buena vez.

Cuando por fin llegan esas naves espaciales emanando una luz celeste que hace que la gente quede hipnotizada y termine siendo succionada, parece que lo divertido va a empezar, por que ya nos estábamos cansando de tanta telenovela previa. Pero aquí radica el otro grave error de Skyline: no sólo que no nos importe nada la suerte de estos modelitos de Pancho Dotto sino que cada decisión que toman a la hora de enfrentar la situación parece volverlos más idiotas de lo que eran antes. Que nos quedamos en el edificio, que salimos porque en el agua parece que los bichos no atacan, en fin, los típicos dilemas sobre qué hacer cuando el mundo allá afuera parece estar extinguiéndose (en un momento de máxima tensión Elaine y la mujer de Terry discuten por la decisión de la segunda de ponerse a fumar estando Elaine embarazada, ¡dramático!). El tema no es la falta de interés en esta clase de conflictos, sino también la pasividad de los directores para lograr al menos una puesta de escena interesante que justifique la estadía de los personajes en el edificio mientras ven que del otro lado de la ventana parece haberse desatado una guerra interplanetaria.

Pero por suerte para estos modelitos los alienígenas no parecen tener una inteligencia mayor a la de ellos que les permita atraparlos, ya que si bien tienen toda la tecnología disponible para llevarse millones de personas de un saque, les cuesta una vida tratar de abrir una puerta cerrada con llave o atravesar una ventana cerrada con persianas automáticas. ¡Ah! Y tomen nota en sus casas; si bien estos bichos cuentan con un arsenal capaz de derrotar al ejército americano, basta con el amor al prójimo y la fuerza de voluntad de los humanos para poder vencerlos a puño limpio, como lo hace nuestro amigo Jarrod cuando una especie de alien con forma de pulpo está por llevarse a su amada sobre el final.

Así, llegamos al desenlace (alerta de SPOILER por si no quieren saberlo). Una vez que los esfuerzos por sobrevivir fueron inútiles, la pareja protagónica es succionada por la nave espacial, lo que nos lleva al interior de la misma. Ahí vemos que los aliens le sacan el cerebro a la gente y se los ponen de sombrero (por qué motivo, no se sabe). Mientras a Elaine (que está embarazada, recuerden) están por liquidarla, un alien se pone el cerebro de Jarrod y empieza a actuar extraño y con dolores de cabeza. ¿Qué hace el bicho cuando la ve a Elaine a punto de morir? ¡Decide entrar en acción y protegerla matando a todos los otros bichos que estaban ahí! Así, el plano final nos muestra a Jarrod alienígena tomando a la bella Elaine en sus brazos al mejor estilo La bella y la bestia. ¿Se viene una secuela? ¿Podrá el hijo de ambos aceptar la nueva condición del padre? ¿Puede haber sexo interracial entre humanos y extraterrestres? Y lo más importante: ¿nos importa todo esto, o nuestros cerebros también fueron extraídos mientras mirábamos la película y no nos dimos cuenta?