Sip'ohi - El lugar del manduré

Crítica de Gabriel Piquet - Fancinema

La voz de los otros

Mientras se narra en off un cuento, un plano fijo de unas manos tratando de hacer fuego con dos ramas nos adentran en Sip´ohi-El lugar del manduré, documental que tiene como eje a la cultura wichi y el pueblo que da título al film.
Documental de observación, el personaje que sirve de conductor contempla el río y sus aledaños, a la gente y su pueblo. Hasta ahí, en la forma de filmar, podemos emparentar a la película con el cine de Lisandro Alonso (principalmente con su film Los muertos). Los cuentos que son escuchados en lengua wichi sirven para acompañar las imágenes. Nada que no se haya visto. Lo que lo vuelve interesante son los planteos que dos de los integrantes de la comunidad (uno locutor de una radio wichi) se hacen: ambos se preguntan por el reconocimiento que su cultura tendría que poseer. Ellos mismos, en un híbrido documental/ficción, se cuestionan cuál es el reconocimiento que buscan y no logran encontrar.
Es interesante también escuchar a los protagonistas afirmar que siempre los hombres blancos “nos filman, nos graban y se van, no vuelven más, algunos vuelven pero no se quedan”. Hay allí un reproche hacia la civilización occidental, que siempre observa a los pueblos originarios básicamente como una curiosidad, como una otredad absoluta, a la que se contempla de forma científica y/o turística, sin hacerse cargo de las conexiones posibles con los indígenas.
La parte final incursiona en el dilema de si mostrar eso que es cultura wichi o no hacerlo, buscando convencer a los más viejos para que la oralidad pueda tener continuidad. Allí es donde el film eleva su interés, separándose de la idea de contemplación y utilizando el idioma como punta de lanza para pensar la historia, la cultura y los valores de los pueblos originarios.