Sinsajo: Parte 1

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Jennifer Lawrence. Wow, qué mujer. Con sólo 24 años ya tiene un Oscar y es el factor de éxito de un par de franquicias millonarias, amén de desenvolverse como los dioses en peliculas independientes, de menor presupuesto pero mayor calidad dramática. Quizás la saga de Los Juegos del Hambre no hubiera llegado a ser el taquillazo que es si el papel principal hubiera quedado en manos de otra actriz. Un intérprete de calidad eleva el nivel de una obra y, si esta está decentemente escrita, se pueden obtener resultados fascinantes. En el último capítulo de la saga - particionado en dos, como para satisfacer la avaricia de los estudios que la producen -, la Lawrence es el factor clave del éxito del filme. Es una entrega menos movida y mas cerebral, pero sigue siendo compulsivamente mirable gracias a ella. No se trata de su figura o su belleza - que sin dudas acompañan -; sino de su carisma, ese manejo de emociones a flor de piel, esa profunda aura de honestidad y valentía. Las cualidades que la Rebelión ve en Katniss Everdeen son las mismas que el público ve en la perfomance de Jennifer Lawrence, y es por ello que la saga resulta tan emocionante.

Para salir de la rutina, aquí no hay competencia a muerte entre una multitud de adolescentes musculosos y de aspecto bonito. Katniss ha salido del circuito y, al convertirse de manera inadvertida en el símbolo del rechazo al sangriento régimen autocrático que domina Panem, se ha vuelto una enemiga del estado. Los distritos han tomado su abrupta partida de los juegos como la chispa inicial de una incipiente revolución y se han declarado en rebeldía, a sabiendas que el sanguinario presidente Snow terminará castigándolos con la persecución, la tortura y el genocidio. Katniss sólo es una chica valiente, no una mente conspiradora como Plutarch Heavensbee o Haymitch Abernathy; lo que ocurre a su alrededor escapa a su control, a su entendimiento y, de pronto, ella ha pasado a convertirse en la figura hot del marketing revolucionario. Tal como pasaba con el francotirador estrella apadrinado por los nazis en Bastardos Sin Gloria - o como la heroína de Verdún en Al Filo del Mañana -, ella es una figura mediatica destinada incentivar a los revolucionarios en su lucha contra el régimen de turno. Y como su sinceridad es su mejor arma, Katniss no sirve para leer discursos marketineros con convicción. Ella debe vivir lo real para hablar frente a cámaras directamente con el corazón.

En muchos sentidos Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte I es una evolución de la sátira mediática que comenzara con el filme original. Es realmente interesante ver cómo manipulan el fenómeno mediático de Katniss para darle personalidad (y un empujón) a la revolución. Los razonamientos de Philip Seymour Hoffman son apasionantes - es un individuo de pura lógica y extremo pragmatismo -, los que llevan a inducir a Katniss a la situación deseada para que vomite el discurso que la revolución desea... pero por su propia voluntad. Aún siendo un engranaje mas de la maquinaria, Katniss se da maña para resaltar, expresar lo que siente e incluso cometer un par de actos de heroismo. Eso sin contar con el delicioso duelo mediático que mantiene con Donald Sutherland (el cual brilla como nunca en su papel de villano, tan amoral como sagaz), el cual manipula a su antojo a Peta y sabe cómo lastimar a sus enemigos.

Los Juegos del Hambre: Sinsajo, Parte I es una entrega oscura, amarga, intensa e inteligente. Ok, es mas estática, pero creo que a esta altura del partido los fans de la saga sabrán apreciar las bondades de una historia bien escrita, que en este estamento prefiere crear momentum y transitar por caminos mas dramáticos y cerebrales. Desde ya, funcionaría mejor como un filme de 3 horas, autoconclusivo y que terminara por poner el broche a la franquicia de una buena vez - en cambio, ahora debemos esperar otro año (y comprar otro ticket) para ver como se cierra la historia -, pero asi como está es muy bueno en sus propios términos, con lo cual sus virtudes logran apañar las molestias causadas por un caso de codicia extrema.
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