Sinister

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Terror invisible

El primer referente de “Sinister” es “A sangre fría”. Lo es por varias razones: por el libro que escribió Truman Capote y por “Infame”, la película con Toby Jones que cuenta el proceso de escritura de aquel libro sobre el asesinato de una familia a mediados del siglo pasado. También por el título del best seller del protagonista de “Sinister”, “Kentucky Blood”, muy parecido a “In Cold Blood”, y hasta por la letra inicial del estado donde ocurren los hechos en ambas historias, la real y la ficción, Kansas y Kentucky. Y por la trama sobre un escritor que recrea crímenes violentos en el estilo del llamado nuevo periodismo.
Otros guiños están dirigidos al tratamiento de lo sobrenatural en el cine de terror japonés, con películas que dejaron huella como “The Ring”, “Llamada perdida” o “Dark Water”. Y también “Cloverfield”, “El proyecto Blair Witch” o “Rec” en el uso del recurso de metraje encontrado. Nada que sorprenda demasiado. Sin embargo ahí acaban las referencias ya que la película cuenta a su favor con una dirección que supo aprovechar una historia compleja y difícil de narrar con una idea central espeluznante: la del crimen, subgénero “masacre familiar”, pero fundado en un ritual babilónico. En este caso el horror ronda a un escritor y su familia que se mudan a una hermosa casa de un pueblo tranquilo para empaparse de la atmósfera del lugar donde murieron asesinados un matrimonio con sus hijos, menos uno de ellos que desapareció. También tuvo a su favor un elenco que hizo su trabajo con sobriedad, desde el protagonista, Ethan Hawke, hasta el último secundario. Y un guión que hace que las dos horas que pasa el espectador en esa casa -no hay exteriores ni otras locaciones que los interiores y el patio- refuercen la idea de claustrofobia y horror.