Sing ¡Ven y canta!

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Interesante el caso del estudio de animación Illumination. Aquellos que iniciaron su actividad en 2010 con Mi Villano Favorito en una competencia con Megamente, del mismo año, por ver quién tenía mayor éxito con un villano como protagonista; más de una vez han visto cuestionada la originalidad de sus proyectos.
Hop, parecía tener bastante de Alvin y las ardillas; y la reciente La vida secreta de las mascotas parecía un resumen de la trilogía Toy Story hecha con animales. Ahora es el turno de Sing, una propuesta que se define como un concurso de canto (tan en boga los últimos años), pero con animales.
El protagonista es Buster Moon, un koala dueño de un teatro que supo tener cierta gloria otrora, pero ahora se encuentra bastante abandonado.
Soñador, el hombre… perdón, el koala, inventa un concurso de canto, y por una confusión, el premio termina siendo una suma de dinero que no posee. Lo que queda es el casting, las pruebas, las eliminatorias, y la final. Como si se tratase de estos shows televisivos estilo American Idol.
Ahí aparecen el resto de los protagonistas, un gorila con una familia complicada en asuntos delictivos, un ratón crooner estilo Sinatra, una elefanta tímida – que por supuesto, despertará una gran voz –, una puercoespín punk roquera (obviamente), y una cerda ama de casa que encuentra en el canto su liberación. Todos especímenes que, de ser humanos, perfectamente encajarían en esos programas que además de cantantes, buscan historias de vida.
Ya podrán imaginarse que el punto alto de la propuesta será el momento de las canciones, esas que ya gastaron en los trailers y publicidades, y otras más. Todos cantan y lo hacen con buenas voces y en un show muy colorido y entrador, como en los concursos reales, y sin escatimar algún gag.
Pero aquí encontramos lo primero que nos hace ruido. El playlist está integrado casi en su totalidad por canciones de la mitad de los años noventa para atrás. Es un gancho directo para captar adultos nostalgiosos. Nos será casi imposible no tararear cada vez que suenen. El resto del film, humor incluido (salvo un par de chistes algo fuera de lugar o de dudoso gusto o ideología), apunta a un público más bien menudo, me animaría a arrojar un menos de diez años, un público que, lo más probable, es que desconozca las canciones. Ambos polos no están bien balanceados, como sí sucedía en, por ejemplo, Happy Feet. Los niños pueden sentirse algo perdidos, y los adultos algo aburridos.
El aspecto técnico de la animación también apunta al mismo desbalanceo, formas y colores propias de un film para muy chiquitos y un montaje furioso casi videoclipero más propio para los mayores. Cabe destacar que el doblaje argentino, tampoco se encuentra entre los mejores.
Por último, retomando los primeros párrafos; la idea de una ciudad de animales antropomorfos ya se vio hace muy poco y en un sentido mucho más ingenioso, en Zootopia, sin dudas, la sorpresa de 2016; y como dijimos, es imposible no pensar en Happy Feet.
Estas dos no serán las únicas películas animadas a las que Sing nos haga acordar. Puede que no hablemos de una copia en el estilo de la infame Video Brinquedo, pero sí de una propuesta que arroja grandes momentos de originalidad (más si se es adepto a los programas de canto en TV a los que hace referencia).
Sing es una película animada modesta, simpática, y si no hay pretensiones, hasta divertida. También es un proyecto menor, olvidable y falto de originalidad. Quizás para pasar el rato con la familia completa sirva, aunque hay cosas mejores para el mismo target en cartelera.