Sinfonía en abril

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

UN GENOCIDIO Y UNA POÉTICA

En el año 1915 se inicia uno de los hechos históricos más tristes de la historia mundial, el llamado genocidio armenio. El mismo se trató del exterminio sistemático y premeditado de la población armenia en el Imperio Otomano. La fecha simbólica del inicio del genocidio es el 24 de Abril de 1915, día en que las autoridades otomanas asesinaron a unos 250 intelectuales y líderes armenios en Constantinopla, aunque las matanzas de los años previos ya anticipaban lo que vendría. El genocidio se ejecutó en el marco de la Primera Guerra Mundial, con la complicidad y silencio de la comunidad internacional. Tales eventos históricos son rememorados en el documental Sinfonía en Abril, de Teresa Saporiti y Claudio Remedi.

Este autodenominado documental escapa de la lógica de este género cinematográfico, y sobre todo en la particularidad de los documentales argentinos. Sinfonía en Abril deviene en una reflexión poética, estética y silenciosa de lo que significó en la singularidad de los cuerpos que experimentaron la persecución y el exilio de este pueblo. Dentro de este encuadre, el documental realiza una relación entre Armenia y Argentina, partiendo de la representación del recuerdo del genocidio, tras el centenario del mismo, en una nación y en otra, enfatizando en las diferencias entre un pueblo y otro. La película evade los relatos rememorativos, las imágenes de archivos y las entrevistas, recursos muy utilizados en los documentales, sino que, a través de imágenes poéticas y abstractas, así como también de la utilización de la cámara como testigo implícito de los rituales de conmemoración, muestra de forma callada y vigorosamente visual lo fuertemente emocional del pueblo armenio recordando a sus víctimas.

La musicalización es escasa, acompañando las imágenes que el documental muestra. Sin embargo, se destaca la mostración del idioma armenio utilizado en las escuelas de dicha comunidad aquí en Argentina. No hay encargados del discurso, ni relatores de los hechos, la protagonista en la cámara, que cual intrusa, nos muestra y vivifica el recuerdo del genocidio de una forma artísticamente ponderable.