Sinfonía en abril

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Estamos en abril de 2015. El mes y el año indicado no es antojadizo, pues se trata de una fecha muy particular para el pueblo armenio, porque el 24 de abril de 1915 se produjo el genocidio armenio por parte del Imperio Otomano, donde se cobró la vida de 1.500.000 personas. Y ese año se conmemoró el centenario de tal exterminio.
Este documental dirigido por Teresa Saporiti y Claudio Remedi, se interesa en divulgar los homenajes realizados tanto en Buenos Aires como en Ereván, Armenia. Pero no los actos en sí mismos, sino los ensayos previos, primordialmente los que ocurrieron en la Argentina registrando las prácticas de los grupos de ballet y del coro.
El repaso de los hechos históricos se ven a cuenta gotas. Son archivos fílmicos y fotográficos de víctimas y victimarios, que marcan con gran elocuencia lo que padecieron los armenios en esos tiempos.
Sólo explica algo una profesora a sus alumnos del colegio secundario, pero no hay entrevistas. No se indaga en profundidad, ni aquí ni en Armenia, y no se le cuenta al espectador los conflictos que derivaron en dicha matanza.
Los directores decidieron aportar una mirada pasiva. Pusieron la cámara y dejaron que los involucrados en la función trabajen normalmente en los preparativos.
La prioridad fue plasmar en la pantalla bellas imágenes y largos silencios, o sonido ambiente de los lugares que filmaron durante los días previos y en el momento del show. Pero, más allá de hacer foco en algunos rostros compungidos, la película carece de emoción y pasión, algo importante y necesario para que este hecho no pase desapercibido. Lograr impactar en la visión del espectador es una manera positiva de crear conciencia para que este tipo de atrocidades no puedan volver a repetirse.