Sin retorno

Crítica de Rosa Gronda - El Litoral

Tres historias se entrecruzan a partir de un accidente callejero que deja como saldo un herido de gravedad. El verdadero culpable es un joven (Slipak) que ha salido a una fiesta con el auto de su madre y oculta el hecho, haciéndolo pasar como un robo. Pero el azar (como en “Match Point”) es el gran protagonista de esta película y conduce hacia engañosas apariencias que incriminan a un tercero (Sbaraglia), a quien la casualidad le hizo pasar unos minutos antes y rozar la bicicleta de la víctima, en un incidente sin mayores consecuencias.

Las mentiras iniciales se complican y crecen, involucrando a la familia del joven culpable y al investigador de la compañía de seguros que -dinero mediante- no profundiza en los inconsistentes argumentos que hubieran permitido llegar a la verdad. Por otra parte, el padre de la víctima atropellada impulsa una investigación que es apoyada por la prensa y la televisión. Las presiones mediáticas influyen sobre los jueces que necesitan rápidamente de un chivo expiatorio. De esta forma, a partir de indicios confusos y sin escuchar las razones del falso culpable, éste ve su vida transformada en un infierno.

Moral sin moralina

“Sin retorno” es un film muy profesional en su solidez técnica, formal e interpretativa y una brillante carta de presentación de la ópera prima de Miguel Cohan, producido por los responsables de “El secreto de sus ojos” (2009) y “El corredor nocturno”, aunque no se parece a ninguna de las dos.

Por un lado es un film que se enmarca en el thriller pero distinto, original, movilizador, que provocará en el interior del espectador un debate ético. Despierta una rápida identificación por la inmediatez de lo que cuenta, dando una nítida radiografía del cuerpo social, marcado por un cerrado individualismo que lleva a la irresponsabilidad, la doble moral, el miedo, la corrupción, la inseguridad y la falta de justicia, que genera el deseo de venganza.

Todo configura una fábula moral o mejor dicho ética, en tanto invita a pensar en el peso de acciones livianamente irresponsables que generan daños irreversibles. Un tema difícil, que elude facilismos sensibleros, apoyado en actuaciones muy sólidas.

Sin respiro

Uno de los aciertos del film es su concisión, que le permite un ritmo sin respiro. Las elipsis abundan y se indican (cuando son prolongadas) con rótulos: “7 meses después”, “tres años y medio después”.

El conflicto, con el inocente preso y el culpable libre, se muestra en el tiempo para ver las transformaciones, que hurgan en el costado más oscuro de la condición humana.

Entretenido, perturbador, inquietante, “Sin retorno” es un thriller psicológico de personajes profundos, donde toda la artillería está puesta en el conflicto ético que no sólo deberán enfrentar cada uno de los involucrados, sino también el espectador, porque la película nos hace caber en los zapatos del culpable, del inocente y de las víctimas.