Sin nada que perder

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

Un Western hoy, es imposible

Sin Nada que Perder es la primer película en ofrecer (sin proponérselo) un retrato ambiental del Estados Unidos de la era Trump. El film entiende que hay algo perdido y que las medidas para recuperarlo pueden no ser las más inteligentes, pero en lugar de presentar propuestas prefiere retroceder para encontrar las posibles causas.

Vanishing Point (Richard Sarafian- 1971) fue la primera en entender que la road movie tenía que ser la continuación necesaria del western pero también entendió (y ahi la clave fundamental del género) que como dijo Marshal Mcluhan por aquellos días la nueva sociedad iba hacia adelante viendo por el espejo retrovisor. Si el western fue la esperanza de fundar una comunidad (entendida también como familia social), la road movie fue la certeza en que el ser humano sólo puede evolucionar individualmente y ayudado por una maquina. Sin Nada que Perder (Hell or High Water) transita entre esas dos ideas justificándolas e intentando infructuosamente resolverlas. Vuelve sobre la historia de la road movie para rozar la superficie del western (nunca llega a abrazarlo) intentando juntar retazos que le permitan completar esa parte de la historia que se perdió hace tiempo para recomponerla. Hacia el final de dicha búsqueda (y hacia el final del film) lamentablemente se declara incompetente. Aún así, deja algunas ideas interesantes.

Sin Nada que Perder vuelve sobre la historia de la road movie para rozar la superficie del western.
Desde la secuencia inicial el número tres rige la composición. Los dos protagonistas, en un auto, dan movimiento a la cámara que gira alrededor de una mujer (empleada de un banco sabremos después) que con su caminar completa el movimiento que los otros (por características del espacio donde se desarrolla la acción) no pueden. Cuando la mujer enciende un cigarrillo puede leerse en una pared: “3 tours in Iraq but no bailout for people like us” (tres tours en Irak pero ninguna asistencia para gente como nosotros). Cuando la mujer se dirige hacia la puerta del banco tres cruces la esperan al final del estacionamiento. El número tres va a intentar recomponerse a lo largo del film: Los dos hermanos se reúnen justo después de la muerte de su madre, Toby tiene un hijo y está divorciado, etc. Ese circulo que forma el plano secuencia inicial cuando ambos hermanos se encuentran con la empleada del banco no va a volver a repetirse.

Sin Nada que Perder tiene el balance justo entre los planos contemplativos que aseguran tener una nominación a los Oscar y la acción dramática que asegura tener una buena película.