Sin control

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

El hombre de la bolsa

Keanu Reeves es un actor limitado. Uno que me cae particularmente bien. Pero en cuanto a su versatilidad, se puede decir que tiene tres gestos (que no varían demasiado). Si tiene un talento, seguramente sea el de acertar con algunos proyectos. En Sin Control (traducción carente de sentido de John Wick) su escasa expresión juega a su favor. John Wick, nuestro antihéroe del titulo, solo necesita tres expresiones: una para antes de matar, otra para cuando esta matando, y la última, cuando ya mató. Qué no difiera una de otra, resulta ideal.

Sin Control es una historia salida de un cómic. Sería algo así: un hombre (Reeves) debe darle una lección a un joven estúpido qué se calienta con su auto cuando lo cruza en una estación de servicio. El pibe (Alfie Allen) se cree pistola porque es hijo de un mafioso ruso. Ve al mundo como un inmenso kiosco. Pero dentro de ese universo paralelo de asesinos hay códigos. Uno es no te metas con John Wick. Otro, que la sangre tira. Por eso ese líder de la mafia rusa, interpretado de manera genial por Michael Nyqvist, debe proteger a su inútil vástago, un nuevo rico que solo tiene ínfulas de poder (un heredero que cree en el derecho divino). Pero esta vendetta no es por un auto. El tema es que Wick había perdido a su mujer y ella, románticamente, le había dejado como último recuerdo un pequeño cachorro. Qué de casualidad se tope con unos rusos más malos y crueles que el camarada Stalin es el who-gives-a-fuck de la película. ¡Los mafiosos le matan al perro! (eso no se hace ni aún siendo mafioso ruso). Esto va a obligar a que John Wick salga de su retiro voluntario. ¿Y quién es John Wick? Digamos que no te metés con él si querés seguir vivo. Una mezcla de El Justiciero (The Equalizaer) de Denzel Washington y Liam Nesson en cualquiera de sus facetas actuales de héroe de acción (no como Oskar Schindler por ejemplo). Pero a diferencia de ellos, este recorrido salvaje y recargado no tiene más asidero que una venganza. Sin lecciones. A lo sumo, no te metas con John Wick o con mafiosos rusos.

Keanu Reeves cumple de manera inconmovible.
Y viene bien la aparición de actores solventes. Un grande como Willem Dafoe ocupa el rol del asesino Marcus. Dafoe es conciso y efectivo. Uno de esos actores cuya sola presencia marca territorio, nunca pasa inadvertido. El otro buen aporte (además del mafioso interpretado por Michael Nyqvist) es el británico Ian McShane, dueño de un hotel para asesinos en medio de la ciudad donde los modales son primordiales (o sea, nada de asesinatos en el lugar).

En ese mundo de asesinos y mafiosos, la dupla de directores debutantes Chad Stahelski y David Leitch, trata de ponerle una interesante impronta visual para que el tiro, muerte, tiro, chiste, muerte y más tiros, no resulte monótono. Su sencillo y directo planteo de venganza le juega a favor, aunque puede agotar si a uno no le interesa la acción por la acción. El relato quizás tenga uno que otro agujero (de tantos balazos), pero no es determinante considerando que hablamos de la historia de un ex asesino invencible contra toda una organización mafiosa (¡por qué le mataron al perro!). Algunas libertades se tomaron, por ejemplo, no liquidar al loco Wick cuando existe la oportunidad. Siempre hay un discurso de más. Pero bueno, es Hollywood.

Sin Control se pude tomar con humor. Un feliz (y violento) entretenimiento de un hombre imbatible que venga a su perro, y aunque no se llegue a explotar el potencial de diversión descerebrada, se agradece la ausencia de redención o justicia. Una de tiros y a la bolsa.