Sin City 2: Una mujer para matar o morir

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

La otra cara de los cómics

Una excelente noticia para los amantes del comic; desafío para los seguidores del cine en sí mismo, pues encontrarán en esta película una ave rara dentro de la bandada… que tal vez represente una fresca brisa. ¿Quién sabe?

Aunque todo depende. Si se es más o menos seguidor del director Robert Rodríguez no habrá tanta sorpresa en Sin City 2: una mujer para matar o morir. Este mejicano que entró con un portazo a

la industria norteamericana filmando El mariachi sobre una silla de rueda para abaratar los costos, no perdió nunca su espíritu indomable.

Y luego ha estado vinculado a muchos proyectos que gustan más o menos pero que cada tanto rompen las estructuras dentro del sistema, llegando incluso a ganar buen dinero con ellos. Como por ejemplo con la saga completa de los Mini espías, que además de arrasar en las boleterías de ­todo el mundo abrieron la puerta a un Rodríguez también inquieto en lo que hace a desarrollo de efectos especiales originales.

Como su compinche Tarantino, el mejicano es un apasionado del cine y cree en la magia de la imagen, por ello la va tan bien este filme.

Porque Sin city (Ciudad del pecado, literalmente) no se parece en nada a los comics de Marvel en pantalla grande. Más bien corre por un camino paralelo, alternativo, underground, como prefiera llamarlo, donde mucho material que delante de una familia no puede mostrarse, sí tiene un lugar. Allí hay perversos, locos, prostitutas, pero no tienen el glamour de los villanos de Los Vengadores o Iron man, ni el Superman de DC Comics; más bien parece que se retocaron la presencia en un callejón antes de aparecer frente a las cámaras.

Ya es hora de contar la trama, que tiene a dos o tres protagonistas principales, como son el asesino a sueldo Marv, el jugador de póker Johnny y el liso y llano perdedor conocido como Dwight.

Con su habitual pericia como guionistas, Rodríguez y Miller van a hacer que estos ovillos se enreden, mientras por el camino vamos observando diálogos típicos del comic o de los viejos clásicos del cine policial negro de la década de 1950, llenos de frases talladas en piedra de maldiciones y amores.

Un amor con una especie de viuda negra, mujer fatal que avinagra la vida de un hombre permeable. En paralelo, una disputa de poder en el juego, con un político asesino y un niño bonito rebelde.

Pero lo que sobresale es lo visual, sin dudas, algo que se puede disfrutar mejor en la versión en 3D.

Allí hay varias perlitas que muchos, ya sea dibujantes, diseñadores, pintores, arquitectos y demás sabrán apreciar en la pantalla.