Sin City 2: Una mujer para matar o morir

Crítica de Juan Pablo Losino - Cine y más...

Esta nueva película cuenta con una gran mayoría del elenco multiestelar que participó en la anterior, como Mickey Rourke (Marv), Jessica Alba (Nancy), Rosario Dawson (Gail) y Powers Boothe (Senador Roark), además de breves participaciones de Bruce Willis (Hartigan) y Jaime King (Goldie/Wendy).

Pero también hay algunos reemplazos a cargo de los actores Josh Brolin, Jamie Chung y Dennis Haysbert, quienes encarnan a Dwight, Miho y Manute, personajes interpretados en la primera por Clive Owen, Devon Aoki y el recordado Michael Clarke Duncan, respectivamente. A ellos se suman las incorporaciones de Joseph Gordon-Levitt (Johnny), Eva Green (Ava), Ray Liotta (Joey), Christopher Meloni (Mort), Jeremy Piven (Bob), Christopher Lloyd (Kroenig) y Juno Temple (Sally), entre otros.

Al igual que su antecesora, “Sin City 2: Una Mujer para Matar o Morir” se conforma de varias subhistorias, pero todas relacionadas entre sí y contadas de una forma no lineal y atemporal. Es por eso que algunas de las mostradas aquí suceden antes y otras después de lo que vimos en la entrega predecesora.

En esta oportunidad, el protagonismo de la línea argumental principal recae en Dwight (Brolin), un hombre atormentado por sus propios demonios y asechado por Ava Lord (Green), quizás la única mujer a la que realmente ha amado alguna vez, y la que lo hará pasar por un verdadero infierno.

Las otras historias tienen como protagonistas a Nancy (Alba), la bellísima bailarina exótica corroída por el deseo de vengar la muerte de Hartigan (Willis), a Johnny (Gordon-Levitt), el recién llegado a (Ba)sin City buscando hacerse de respeto y un nombre a través de las apuestas ilegales llevadas a cabo por el corrupto Senador Roarke (Boothe) y Marv (Rourke), el tipo que nunca le escapa a una buena escaramuza.

Filmada casi por completo en blanco y negro (con algunos colores específicos utilizados para realzar detalles o personas), aquella estética visual que nos sorprendió en 2005, esta segunda parte contiene los desnudos y la violencia típica salida de las hojas de las historietas creadas por Miller. Si bien no aporta nada nuevo ni revolucionario como sí lo hizo la primera, nos hace estar pendiente de la trama y entretiene de principio a fin.