Silencios

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

El Deseo

De estructura coral, la nueva realización de Mercedes García Guevara (Tango, un giro extraño, 2005) es atravesada en su totalidad por el deseo que manifiestan sus personajes. A través de la sutileza en sus comportamientos, se nos van presentando una serie de hechos que a partir de esa premisa provocarán giros inesperados en cada una de las historias.

Eloísa (Marta Lubos) ha dejado la ciudad para instalarse en un pequeño pueblo. Inés (Ana Celentano) tiene 36 años, es recepcionista y aún sigue soltera. Su padre (Duilio Marzio) y Haydee, la mucama (Stella Gallazi), viven una falsa realidad dentro de una Argentina decadente. Juan (Nahuel Pérez Biscayart) es un joven de buena posición económica que ve pasar su abúlica vida entre drogas y sexo. Mientras que el padre Luis (Guillermo Arengo) es sacerdote de un solitario pueblo. Todos tienen un común denominador: desean algo y ese deseo es presentado como tabú.

El deseo está presente en la historia desde el inicio, pero es anulado por los silencios a los que hace referencia -de manera inteligente- el título. Todos los personajes desean algo que, por diferentes maneras no se atreven a manifestar, incitando a una autorepresión que paulatinamente provocará un estallido en cada uno de los implicados.

La explicación lógica de porqué cada uno de los personajes decide silenciar el deseo, se debe a que éste va ligado a la perversión, que de cierta forma es mal vista por el entorno social y manifestado como prohibido. Inés se encuentra con Juan para tener sexo, mientras que él la somete. Haydee desea otra vida y pone su deseo en un anillo. El padre Luis desea no estar solo y por eso obliga a Omar a tener sexo con él, mientras que Omar desea el dinero que, se supone, tiene Eloísa y por eso irrumpen en su casa para asaltarla. Situaciones de extrema violencia provocadas por el silencio que genera el no hablar de lo que realmente se desea, o la marginación que éste provoca.

Para representar esos silencios a los que sugiere el título, la directora construyó un relato cinematográfico moroso en su temporalidad. Para ello, se nutre de la elusión de lo explicito mediante el fuera de campo o el corte abrupto del hecho dando por entendido el desenlace final, donde situaciones extremas son evadidas con naturalidad sin provocar, de esta forma, resquemores en el espectador.

Las actuaciones son otro punto alto que le juegan a favor al resultado final. Una irreconocible Marta Lubos; Ana Celentano; Nahuel Peréz Biscayart; Guillermo Arengo; siguen demostrando su versatilidad actoral dentro del cine argentino del nuevo milenio. Pero cabe rescatar a Duilio Marzio que a sus más de 80 años encontró un personaje que lo pone nuevamente en el centro de la escena; y a una de las revelaciones actorales del año como lo es Marcelo Zamora (Omar), exhibiendo un personaje capaz de trasmitir ternura y odio con tan sólo una escena de diferencia. Sin duda uno de los jóvenes actores a los que no se le debe dejar de prestar atención.

Silencios toca temas que muchas veces pueden herir susceptibilidades de personas que prefieren cegarse antes que hacerse cargo de la realidad. A diferencia de ellas, Mercedes García Guevara se hace cargo de lo que cuenta y lo muestra a través de una obra homogénea que no presenta fisuras. Una apuesta cinematográfica tan sutil como lacónica. Una de las mejores películas del año que obligatoriamente hay que ver.