Silencio

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La cruz de ser un cristiano

La fe mueve montañas y también las derrumba. Martin Scorsese eligió un título inmejorable para contar una historia de creencias religiosas, pero más aún de límites humanos y de escalas de valores. "Silencio" se estructura desde el derrotero de dos sacerdotes portugueses del siglo XVII que viajan a Japón en búsqueda de su mentor, el Padre Ferreira (Liam Neeson, inexpresivo como siempre). Ferreira renunció al cristianismo y eligió una nueva ruta en su vida, pero sus discípulos Rodrigues (brillante Andrew Garfield) y Garupe (Adam Driver, con 23 kilos menos para este rol) quieren saber por qué. En el afán de hallar respuestas llegarán a tierras japonesas en plan de clandestinidad y tomarán visibilidad al comenzar a evangelizar a otros cristianos que estaban necesitados de referentes de cruz en pecho. Todo se oscurece peligrosamente cuando el padre Rodrigues viaja a Nagasaki y se topa con la opresión budista. La peor tortura para el sacerdote cristiano se convierte paradójicamente en lo mejor de la película de Scorsese. Porque a través de métodos tan perversos y crueles como sutiles, Ferreira se pondrá de cara a su lealtad a Dios y a su resistencia. Y en ese delgado equilibrio quizá el silencio sea un faro para iluminar su camino.