Silencio

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Cuando esta temporada de premios pasó por alto la última película de nada más y nada menos que Martin Scorsese, nos puso a todos de alarma. Que alguien reconocido puede tener un desliz, no quepa duda, pero cuesta pensar que una historia tan poderosa como las misiones jesuitas en plena persecución en Japón pueda ser narrada con poco encanto de su mano, es raro.
Silence es la historia de dos curas portugueses (Garfield y Driver) que van en una misión casi suicida a rescatar a uno de sus maestros (Liam Neeson) que fue tomado por la Inquisición Budista. Como siempre a lo largo de la Historia, la religión combina muchas cuestiones políticas inevitables atadas a esto y en Japón el tema es la penetración de cultura occidental.
Con una sólida narración de la voz de los mismos protagonistas y sus diarios, nos adentramos en una construcción histórica que fácilmente nos lleva a recordar “La Misión”, con la gran diferencia que acá los personajes son aún más oscuros y que los debates filosóficos sobre la fe y la religión no cesan y enriquecen para el espectador que se encuentra a sí mismo cuestionándose cuál es el discurso correcto.
Porque al final, con algunos temas, seguimos repitiendo el discurso de alguien más. Otra gran reflexión que hace el director.
El film, a lo largo de casi tres horas, nos cuenta estas peripecias de la mano de una monumental fotografía y un uso del mar, la niebla y el calor que son impecables. El gran tema a desentrañar es todo lo que en realidad implica el nombre y podemos hasta sintetizar el corazón de la historia con más y más giros hace personajes profundos. ¿Por qué no resulta memorable?
El tema es que ya no estamos acostumbrados a este tipo de cine, que se toma su tiempo en la espectacularidad y en el relato y que es una historia contundente y cruda, hasta por momentos desesperanzada. Es un film en donde el viejo Martin vuelve a su origen.
Habiendo dicho todo esto, podemos discutir profundamente por qué estas eran las mejores elecciones para curas portugueses. Ni hablar de que el cast japonés es mucho más imponente por momentos que los actores. Si bien Andrew está demostrando con sobrados minutos en pantalla poder sostener un film, Neeson está hasta desperdiciado por más que su personaje resuelve muchos conflictos. Y desperdiciar a Neeson siempre me va a parecer mal.
Adam Driver merece una mención aparte con ese rol del cura mucho más radical y violento hasta en su amor a Dios. Y protagonista de una de las escenas más conmovedoras de toda la película.
El resultado final es un poco desparejo, donde la primera mitad es una tortura constante a estos dos curas y la segunda es un debate abierto sobre la fe. La obra es buena, no podría decir que es mala, pero hay un tema de ritmo (al que ya nos desacostumbramos) que inevitablemente hacen sentir a esta peli vieja.