Silencio

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

La parábola de la fe

Silencio (Silence, 2016) es una transposición del libro homónimo de Shûsaku Endô, el cual ya tuvo una primera versión cinematográfica en 1971, dirigida por Masahiro Shinoda. Luego de El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013), Martin Scorsese decide concretar uno de sus proyectos más postergados: una nueva versión del libro de Endo, sobre la proscripción del cristianismo en el Japón del siglo XVII por parte del shogun Lemitsu. Dos misioneros católicos, los padres Garupe (Andrew Garfield) y Rodrigues (Adam Driver), a pesar de esta prohibición, deciden emprender un viaje a tierras japonesas para localizar a su mentor: el padre Ferreira (Liam Neeson), de quien no se tienen noticias desde hace un largo tiempo. El riesgo de una condena a muerte es más que probable, indirectamente proporcional a la posibilidad de lograr con éxito el objetivo.

La comparación con La Última Tentación de Cristo (The Last Tentation of Christ, 1986) resulta inevitable por la línea temática que atraviesa a ambas películas. Sin embargo, la diferencia parte de la mirada de Scorsese. En la primera película, la crítica parte desde un punto de vista teológico sobre la condición divina de Jesucristo, una preocupación que se asienta en primer plano bajo el paño de una reflexión ensalsada en lo bizarro y el mal gusto. El libro de Endo no es el de Nicholas Kazantzakis (el escritor del libro sobre el que se basó La Última Tentación de Cristo), la doble sustancia de Cristo y la provocación se sustituyen por la fe estudiada, cuestionada, pisoteada y hasta dudada en hombres que la poseen (a priori) y tiene como único fin en este mundo propagarla, tal es el caso de estos dos misioneros portugueses. La parábola de la fe cruza, en este relato, la frontera de la humillación de los hombres embebidos en un fanatismo que posee poco y nada de material en esa creencia ciega, la cual paradójicamente sale de la agonía ante la llegada de Garupe y Rodrigues, quienes no tienen nada que ofrecer, más que palabras y esperanzas en el aire a los pobres aldeanos japoneses… y cristianos.

En cierta manera, Silencio es un enderezamiento de lo que fue su acercamiento más profundo y directo a sus preocupaciones religiosas, hace unas tres décadas, porque su posicionamiento respecto del tema es más blanco, ya que el enfoque sobre la fortaleza de la fe no posee capas que la opaquen. Así es que la película, en definitiva, prioriza la estructura del cuestionamiento de la fe en la primera mitad y el drama existencial del padre Garupe en la segunda; un abordaje denso en lo dialogal que no alcanza a descansar en la estrategia visual del fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto, la que en la primera mitad embellecen esos planos generales gracias a un particular uso del color y los puntos de fuga en ciertos espacios inconmensurables del cielo y el mar. Scorsese vuelve a trastabillar, en otro intento por volcar sus intereses religiosos en una empresa que pone casi todos sus esfuerzos en la densidad de sus diálogos y muy poco en la estructuras narrativas. Vidas al Límite (Bringing Out the Dead, 1999) continúa siendo la mejor película de este director en la que trabaja estas ideas críticas sobre el cristianismo, las cuales están en un segundo plano, porque utiliza operaciones de producción de sentido, en términos visuales y narrativos, elaboradas con mucha mayor astucia. Probablemente la causa de ello esté en el nombre que aparece como guionista: Paul Schrader.