Silencio

Crítica de Iván San Martín - Cinergia

La última tentación de Scorsese

Luego de años de idas y vueltas, llega a los cines argentinos lo nuevo de Martin Scorsese, un proyecto que el director de Taxi Driver quería realizar después de Kundun (1997) pero fue priorizando otros films hasta que finalmente puso manos a la obra en la adaptación de la novela del japonés Shūsaku Endō, del cual tenía los derechos después de haber leído el libro en 1989.
Sebastião Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garupe (Adam Driver) son dos curas jesuitas portugueses a los que le informan que su mentor, el padre Ferreira (Liam Neeson), ha sido capturado en Japón por propagar el catolicismo, religión prohibida en ese territorio. Los dos sacerdotes irán en búsqueda de Ferreira para comprobar efectivamente si este ha renunciado a su fe católica, pero no será tarea fácil ya que si son atrapados serán sometidos a las peores torturas para morir lentamente.
El guion de Jay Cocks, co escrito por Scorsese, reflexiona sobre los alcances de la fe y los argumentos de aquellas que se denominan como la “verdadera” o superior. En momentos de la película utiliza el recurso de narraciones en off de algunos personajes para exponer esas ideas.
Técnicamente impecable desde la fotografía del mexicano Rodrigo Prieto quien tuvo nominación al Oscar por este trabajo, la música, hasta la recreación de época con sets muy bien construidos, pero con la anécdota que durante la filmación en Taiwan se desplomó una estructura y murió un trabajador.

Silencio tiene en contra su duración (160 minutos) ya que durante la primera hora es más dinámica y después le cuesta hacer que el espectador vuelva a engancharse. Comparada con la excelente filmografía de su director es una película menor, pero es la espina que Scorsese quería sacarse desde hace bastante tiempo.