Siete psicópatas

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Psycho Killer, Qu'est Que C'est

Martin McDonagh es una criatura rara en Hollywood. Tras generar una excelente impresión con In Bruges, ahora se lanza en una odisea sangrienta y macabra con Seven Psychopaths, una comedia negrísima cuasi inclasificable, en donde los personajes lo son todo y la meta-realidad de las historias gangsteriles á lá Pulp Fiction juega un papel muy importante en la trama, pergeñada también con su propio trazo.

En tan sólo dos minutos -su secuencia inicial irrisoria a la vez que sangrienta- nos marca el tono de este desquicio absoluto de dos horas que involucra muertes cruentas y sádicas, un desfile imparable de lunáticos y una historia que poco a poco va girando en un eje de comedia al cual McDonagh le imprime su sentido del humor, uno que de tan siniestro no es para todos los gustos. Seven Psychpaths es una deconstrucción rara del género: es una comedia negra de violencia y acción que se justifica a sí misma con los diálogos de los personajes y las situaciones en las que se ven involucrados; es un constante juego de guiños y referencias dentro del metraje que afortunadamente no confunden, sino que le da varias capas a una trama que parece simple pero no lo es.

Gracias al papel del alcohólico escritor irlandés de Colin Farrell, intérprete fetiche del director que actúa como sobrio (ejem) hilo conductor que une el guión que necesita escribir acerca de sus trastornados con los siete psicópatas que pululan a su alrededor, es que McDonagh se despacha con un elenco de figuras que serán recordadas durante un tiempo, en particular la dupla de Sam Rockewell y Christopher Walken. Del primero me arriesgo a decir que tendría una nominación al Oscar por la representación del mejor amigo de Farrell, Billy, en un papel definitivo en su carrera, mientras que el otro tiene sus momentos de escalofriante bondad, mezcla entre patetismo y puro corazón, enfrentados a un Woody Harrelson que hace lo que mejor le sale: ser un verdadero hijo de perra. Curiosamente, los menos utilizados son los roles femeninos de las hermosas Abbie Cornish y Olga Kurylenko, pero el as bajo la manga del realizador nos revela que dichos papeles fueron insertados en la trama con un propósito solo, bien investigado dentro de la película.

El director tiene un timing especial para llevar adelante su historia, jugando muy bien con los tiempos entre la comedia bien bizarra y los momentos emotivos, pero se enreda en su propia creación cuando el fuelle que impulsa a los personajes va perdiendo ritmo y llegando al final, el desenlace se hace desear, cubierto entre muchos falsos cierres que hacen decrecer un poco el producto en general. La escena entre créditos, sin embargo, termina de completar el juego de una manera rutilante.

No hay que olvidar que Seven Psychopaths es una gran comedia. Oscura, sí, irreverente, también, desaforada, ¿por qué no?, pero es un film que rara vez llega a las carteleras. Uno que hace preguntar: ¿debería estar riendo de tal o cual situación que transcurre en pantalla? ¿Acaso estoy alabando a la violencia?. Como el personaje de Farrell bien lo indica, no puede haber paz en una película de gánsgters y matones, por lo que más de un espectador estará agradecido de ello.