Siempre Alice

Crítica de Romina Gretter - El rincón del cinéfilo

Una discusión recurrente es si una película puede ser buena pese a un guión malo. Equivalente a decir que el peso de la misma recae en la figura del director. Hay quienes aseguran, en cambio, que un buen guión es imprescindible para obtener un buen film, al margen del realizador. Está claro que estas discusiones y comparaciones nunca llegan a quedar zanjadas y que se reactualizan de tanto en tanto a partir de alguna nueva producción o un clásico revisitado. Ahora bien, está mucho más naturalizado el hecho de apreciar el trabajo de un actor o una actriz, independientemente de la calidad de la película, y no tejer juicios de valor sobre qué figura (actor/actriz, director o guionista) es más importante. Sin embargo, “Simplemente Alice” en ese sentido es rotunda: todo queda eclipsado por el trabajo de Julianne Moore. Y si la película es buena es porque la protagonista es Julianne Moore. Co-dirigida por Wash Westmoreland y Richard Glatzer, cuenta la historia de Alice, una reconocida profesora de lingüística que da clases en la Universidad de Columbia, y que comienza a experimentar situaciones de confusión y a olvidar algunas palabras. Preocupada ante lo que sospecha puede ser un tumor cerebral, Alice visita a un especialista y se somete a una serie de estudios médicos. Lo que le diagnostican entonces es un tipo poco frecuente de Alzheimer. A partir de allí, su vida se va desmoronando mucho más deprisa de lo que ella y su familia creían en un principio. Basada en la novela de Laura Genova, la realización opta por dejar de lado sentimentalismos y no exagerar el dramatismo que la historia por sí misma propone. Sin duda, una decisión inteligente de los directores, apoyada en el talento de Moore, para encarnar un personaje que literalmente va transformándose en otra persona. La actriz- última ganadora del oscar por este trabajo - deja expuesta una vez más su versatilidad y su capacidad única de brindar una performance plagada de matices. Así como la enfermedad de Alzheimer va aislando a Alice del mundo que la rodea, igual de sola queda Julianne Moore gracias a sus compañeros. Nadie del elenco está a la altura de su actuación. La tibieza que domina a Alec Baldwin, quién interpreta a su marido, no aporta nada relevante en ninguna de las escenas donde aparece. Y Kristen Stewart, quien interpreta a su hija menor, parece no enterarse que ya no se encuentra interpretando a Bella Swan en la saga de Crepúsculo. Utiliza hasta los mismos gestos y lenguaje corporal, incapaz de transmitir algo más que no sea su archiconocida cara de joven conflictuada. Si “Simplemente Alice” logra desmarcarse de tintes melodramáticos o fatalistas, es por su espíritu esperanzador centrado en el amor y la contención familiar que recibe la protagonista. El uso de las nuevas tecnologías que hace Alice para controlar y luchar contra la disminución de sus capacidades cognitivas, es otro elemento interesante para mostrar los alcances de la enfermedad, pero también pequeños recursos a falta de verdaderos avances médicos en la materia. Lo mejor de la película es que logra transmitir la desesperación que implica perderse en uno mismo, sin poder hacer absolutamente nada para impedirlo. De convertirse en un otro al que todos desconocen. La escena en donde Alice encuentra en su computadora un video grabado por ella misma tiempo atrás - cuando la enfermedad se encontraba en su primera fase- dándole a la Alice actual (ya muy enferma y perdida) indicaciones para tomar un frasco de pastillas, da cuenta a la perfección, dramática y visualmente, de esa idea de desdoblamiento.