Siempre Alice

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

¿Que quedará de mi?

La historia comienza la noche en que Alice Howland (Julianne Moore) festeja su cumpleaños número cincuenta con su esposo y sus tres hijos, en un elegante restaurant.
Alice tiene una muy buena vida, es una reconocida profesora de lingüística y tiene una hermosa familia. Pero pronto recibe un terrible diagnóstico: tiene un extraño tipo de Alzheimer hereditario, y por eso la enfermedad se le ha declarado siendo una mujer joven.
Alice hace entonces todo lo posible por mantenerse en pie, sabiendo que tarde o temprano, la enfermedad va a arrasar con ella.
Narrada de forma y prolija y serena, sin golpes bajos, pero sin ahorrar detalles, la película muestra la degradación de Alice, lo que comienza con pequeños olvidos, termina llevándose todo lo que hay en su memoria. El terrible proceso lo sufren tanto ella como su familia, quienes sienten tristeza e impotencia, y ven como esa mujer entera y fuerte, quien contenía a todos, termina convirtiéndose en una carga.
Armada como uno de esos dramas sobre enfermedades que tanto le gustan a Hollywood, con actores taquilleros y una buena producción; la película no tiene el enfoque social que pueden tener otros filmes sobre enfermedades como "Philadelphia" o "Dallas Buyers Club", sino que se centra simplemente en el núcleo familiar, y la visión de la protagonista sobre su propia enfermedad, quien se plantea qué quedará de ella, si todo lo que ha construido desaparece, los recuerdos, la memoria, el aprendizaje, ¿qué es lo que queda cuando eso ya no esta? ¿Somos aún nosotros si ya no tenemos todo aquello que nuestra mente ha construido?
"Siempre Alice" es otra película sobre el Alzheimer, prolijamente dirigida, y con un buen elenco, pero que sobresale del resto gracias a la extraordinaria actuación de Julianne Moore, quien interpreta brillantemente a esta mujer, en todas las etapas de su enfermedad, de forma detallada, minuciosa, sin sobresaltos ni escenas exageradas, sosteniendo todo el film.