Siempre Alice

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

Encontrarse en el amor

Tenía toda la esperanza y así sucedió. Julianne Moore estaba nominada como mejor actriz por su protagónico en Siempre Alice (Still Alice) para el Oscar y la estatuilla fue para ella. Después de mucho tiempo de preparación Julianne logró encarnar a una mujer que sufre de Alzheimer prematuro pero desde un lugar más humano y sin golpes bajos.

Pero no solo ella estuvo al frente de esta odisea sino también su director Richard Glatzer que acaba de fallecer tras luchar contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ALS) –mismo diagnóstico que Stephen Hawking, retratado recientemente en La Teoría del Todo-, y durante el periodo de filmación siguió adelante, como la protagonista de su película, para dar a conocer como una enfermedad se apodera de la vida.

En los últimos años, varios films han retratado el Alzheimer como lo hizo Siempre Alice: Diario de una Pasión, Lejos de Ella, Amour, Nebraska, entre otros. Y de manera indirecta se encuentran películas como: El Hijo de la Novia, La Separación, St. Vincent, La Familia Savages. Pero ninguna se centra desde el rol protagónico sino de quién lo rodea e intenta traerlo de nuevo a este lado del mundo.

Julianne Moore y un colosal trabajo en Siempre Alice.
Alice es una reconocida profesora de lingüística y detecta sutilmente que algunas palabras, como quién dice, le quedan “en la punta de la lengua”. Luego llegará la desorientación, la pérdida del tiempo y el espacio, y la duda de tener una enfermedad cancerígena. Pero lo que vale de Siempre Alice, no es que sea una persona dedicada al lenguaje, joven e inteligente sino la manera en la que ella afronta esta pérdida de recuerdos más que de memoria. Alice siempre está presente más allá de su ausencia.

Siempre Alice no es una película para llorar ya que no se regocija en la enfermedad sino de invertir ese dolor en un acto de amor.